La belleza trágica de La Sauceda
Miles de personas visitan cada año el valle de La Sauceda, un enclave donde confluyen por el norte las provincias de Cádiz y Málaga y los términos municipales de Jerez, Cortes, Alcalá de los Gazules y Jimena. La enorme belleza de sus paisajes serranos y boscosos atrae a senderistas, turistas, amantes de la naturaleza y personas de todas las edades que admiran sus valores ambientales. Pero pocos visitantes conocen la historia trágica del lugar.
Enclavada en un triángulo serrano y montañoso, La Sauceda era, desde tiempos muy antiguos, un poblado de casas y chozas diseminadas bajo el manto de los bosques que pueblan la serranía.
Desde los años ochenta del siglo pasado existe aquí, en el kilómetro 24,5 de la carretera CA-8201 que une Jimena con Puerto Galis, un área recreativa que atrae a numerosos turistas, senderistas y amigos de la naturaleza que en la primera visita quedan seducidos por la belleza del lugar.
Entre bosques de alcornoques y robles, bajan varios arroyos desde las cumbres de la sierra del Alijbe, auténtica muralla coronada por grandes tajos de arenisca que separa el valle de La Sauceda del término municipal de Alcalá de los Gazules. Las aguas que bajan hacia el valle forman a su alrededor el llamado bosque de galería, con vegetación siempre verde de helechos, laurel, alisos, durillos, rododendros y otras especies de la llamada laurisilva. Al llegar a la zona central del poblado, las aguas se remansan y sirven de abrevadero para corzos, venados, zorros, jabalíes, meloncillos, ginetas o comadrejas. Los buitres leonados vigilan siempre desde el cielo y los arrendajos gritan cuando advierten la presencia de los humanos poniendo en tensión al resto de la fauna. El cuco suena en las mañanas de primavera y en agosto se puede oír a los abejarucos que vuelan bajo, camino del Estrecho para volver a África.
Toda esta fauna habita uno de las zonas de más alto valor ecológico y paisajístico englobada en el parque natural de Los Alcornocales, un espacio protegido de 170.000 hectáreas que atraviesa de sur a norte la provincia de Cádiz y que aquí se mete en la de Málaga. Pequeños caserones de piedra techados con losa o brezo se reparten en las sucesivas terrazas del terreno alrededor de uno de los arroyos. Son los refugios de montañas que hoy se distribuyen por lo que fue el núcleo del poblado y están levantados sobre las ruinas de las casas del pueblo que en 1936 fueron destruidas por las bombas de la aviación y el y el fuego del ejército franquista. Pero esta historia la contamos más adelante.
Actualmente el ayuntamiento de Cortes gestiona el área recreativa de un lugar privilegiado para descansar, desconectar, o lanzarse a la aventura del senderismo y del conocimiento de la naturaleza en su estado más hermoso. Además de refugios de montaña para el alojamiento de tres hasta catorce personas, el área recreativa dispone de una cocina, varias zonas de barbacoas, un comedor al aire libre, fuentes de agua potable, aseos y duchas, un servicio de transporte de equipajes y personas, una tienda y suministro de leña, hielo y carbón. Existe también un edificio para la recepción de visitantes y un salón social para todo tipo de actividades. Los responsables del área también organizan para los visitantes rutas de senderismo, de bicicleta de montaña y excursiones para la observación de aves y para hacer fotografías de naturaleza. Una de las excursiones más atractivas es la subida al pico del Aljibe, que con sus 1.092 metros es el más alto de todos Los Alcornocales. En un día claro de viento de poniente o de norte, desde allí se puede ver casi toda la provincia de Cádiz. Es posible observar como lejanas manchas blancas las ciudades de Jerez, Cádiz o Vejer, pero también San Roque, el peñón de Gibraltar, o el castillo de Castellar recortándose sobre una cresta al sur de la serranía.