Prisioneros en los batallones disciplinarios de la posguerra
Rogelio Gutiérrez Rodríguez, natural de La Línea (Cádiz), nacido el 16 de agosto de 1914, casado y de oficio tipógrafo, residía desde hacía varios años en Tetuán, por entonces capital del Protectorado español de Marruecos. El 1 de febrero de 1936, meses antes del golpe de estado del 18 de julio, entró a servir en el ejército en la 2ª compañía de la Agrupación de Batallones de Ceriñola n.º 6, unidad con la que se vio obligado a cruzar a la península en el mes de diciembre para combatir en el frente de Guadalajara.
Sin embargo, encontrándose en la posición denominada “Las parideras”, no perdió la oportunidad de desertar en cuanto tuvo ocasión. Así, el 7 de enero de 1937, se pasó con su armamento a las filas del ejército republicano, ingresando en primer lugar en el Regimiento de Infantería n.º 9, y más tarde en la 10ª Brigada Mixta, liderada por el militar comunista Valentín González, conocido como “El Campesino”, donde llegó a ascender a sargento.
Al término de la guerra, Rogelio fue detenido y juzgado por la causa sumarísima 357/1939 por adhesión a la rebelión, figura jurídica por la que la pseudojusticia franquista castigó a los que precisamente habían defendido la legalidad frente a los que se sublevaron contra ella. Fue condenado a 30 años de reclusión perpetua, pena conmutada finalmente a 14 años de reclusión menor. Estuvo recluido primero en la Prisión de Tetuán, y desde enero de 1940 en la Fortaleza-Militar del Hacho de Ceuta.
Tras 4 años preso, Rogelio se “benefició” de una de las órdenes ministeriales con las que el régimen, mediante concesiones de libertades condicionales, intentó solucionar el coste económico y de personal que suponía el terrible hacinamiento de decenas de miles de excombatientes en las cárceles. Además, y como ya ocurría desde el mismo día después del golpe de Estado, esa ingente mano de obra gratuita podía ser utilizada para fines más “provechosos”. De este modo, Rogelio fue puesto en libertad condicional (prisión atenuada) con la pena accesoria de servir el tiempo que le restara en una unidad disciplinaria del sistema concentracionario. Fue destinado como prisionero a realizar trabajos forzados en el Batallón Disciplinario de Soldados Penados n.º 96 a principios de marzo de 1943, que por aquellas fechas poseía destacamentos en Alcalá de Guadaíra (Sevilla) y en el Alto Aragonés, un paraje próximo a Tarifa. Como indica la hoja de prendas de su expediente personal, sólo se le surtió de un plato, una cuchara, una cazadora, un pantalón y un gorro. Por suerte, su permanencia en este batallón fue corta, ya que a partir de mayo de ese mismo año se comenzó a licenciar a los prisioneros del reemplazo de 1935, al que él pertenecía.
Rogelio Gutiérrez Rodríguez quiso fijar de nuevo su residencia en el domicilio familiar de la calle Sidi Mandri de Tetuán y recuperar su puesto de tipógrafo en la imprenta Hispania, pero le fue imposible al carecer de contrato de trabajo, lo cual era un requisito indispensable para fijar la residencia. Le fue por tanto denegada su petición y lo desterraron por orden judicial a Barcelona en junio de 1943.