Prisioneros en los batallones disciplinarios de la posguerra
Fernando Franco Heredia, labrador de oficio, nació en Grazalema el 15 de julio de 1915. Al término de la guerra hizo su presentación en Fuentes Calientes (Teruel). A falta de poder consultar la causa sumarísima que le llevó a ser procesado en consejo de guerra, el expediente personal nos indica que fue condenado a 12 años y un día, y que fue recluido al menos en la Prisión Provincial de Sevilla y en la de Oviedo.
Al quedar en libertad condicional, a Fernando Franco le esperaba lo mismo que a miles de excarcelados que no habían hecho el servicio militar en el ejército sublevado. Todas las quintas comprendidas entre 1936 y 1941 fueron llamadas a filas para hacer lo que se llegó a conocer como la “mili de Franco”, sin importar que en muchos casos la hubieran hecho en el ejército de la República. Así pues, y dado sus antecedentes de penado, Fernando fue convocado por la caja de reclutas n.º 18 de Cádiz, clasificado como desafecto al régimen, y destinado a trabajos forzados en unidades disciplinarias.
El 21 de octubre de 1943 ingresó en la segunda compañía del Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores Penados n.º 94, cuya plana mayor estaba ubicada en Rota (Cádiz). En esta etapa de cautivo del sistema concentracionario franquista fue destinado a los destacamentos que el batallón emplazó en Sanlúcar de Barrameda, El Puerto de Santa María y en La Ballena, en la misma costa roteña.
Los trabajos extenuantes, los malos tratos, las pésimas condiciones de higiene y la escasa alimentación, sumados a los años pasados en prisión, afectaron sin duda a Fernando. Del periodo que va del 24 de julio de 1944 al 7 de junio de 1945, estuvo ingresado 2 meses y 24 días en el Hospital Militar de Cádiz. Finalmente, el Tribunal Médico de la capital lo declaró “inútil total” para el servicio y fue licenciado el 8 de junio, fijando su residencia de nuevo en Grazalema.