Prisioneros en los batallones disciplinarios de la posguerra
Según un informe de la Comandancia de la Guardia Civil de La Línea, Ernesto Márquez del Valle, nacido el 8 de agosto de 1918, pertenecía a la CNT y no contaba con antecedentes político-sociales. Cuando se produjo el golpe de Estado se refugió en Gibraltar, desde donde pasó a zona gubernamental hasta el final de la guerra.
En cuanto a procesamientos, su expediente sólo informa de que en julio de 1940 le fue concedida la prisión atenuada, pero, como la inmensa mayoría de excarcelados comprendidos entre las quintas de 1936 y 1941 fue obligado a realizar el servicio militar con el régimen franquista, lo hubieran hecho o no con el gobierno republicano.
Así pues, fue reclutado por la caja de reclutas n.º 18 de Cádiz, clasificado como desafecto, y en febrero de 1942 ingresó para realizar trabajos forzados en el Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores Penados nº 96, emplazado en aquella fecha en el paraje del Alto Aragonés, próximo a Tarifa.
Fijó su residencia en La línea cuando en diciembre de 1944 fue puesto en libertad con permiso ilimitado. En febrero de 1945, en una carta escrita a máquina solicitó al comandante mayor de la Agrupación de Soldados Trabajadores con sede en Lora del Río (Sevilla) que le dieran de baja en el racionamiento que se le asignaba en el batallón, ya que sin este trámite no podía adquirir la cartilla de racionamiento que otorgaba su ciudad natal.