En la ejecución del proyecto emprendido por la Asociación Casa de la Memoria sobre la presencia de los batallones de trabajo forzado en la provincia de Cádiz hemos avanzado ya en dos líneas de investigación: elaboración de una base de datos referencial y redacción de  microbiografías en base a los expedientes personales de prisioneros gaditanos que se conservan en el Archivo General Militar de Guadalajara. Abrimos ahora una nueva línea con el análisis estadístico de los 47 batallones destinados a la provincia de Cádiz entre 1939 y 1944. Para ello nos serviremos del Fondo “Batallones de trabajadores y campos de concentración” (FBTCC) que se custodia en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. 520 expedientes de este fondo documental conciernen a la presencia del sistema concentracionario en la provincia, principalmente en los municipios que forman el Campo de Gibraltar, dado que fue este territorio el que concentró la mayoría de las actuaciones que orbitaron alrededor de la puesta en marcha del plan de fortificaciones del Estrecho en los primeros años de posguerra.
Comenzamos pues esta nueva fase con el análisis estadístico del Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores (BDST) nº 1, atendiendo al número de prisioneros que lo integraron, su procedencia, el destino tras la baja; y con especial consideración, al número de hospitalizaciones y fallecimientos que provocaron las durísimas condiciones de vida, los trabajos extenuantes y las enfermedades. Al final de la entrada adjuntamos un anexo documental donde se detallan dichas variables y cifras.

Sello del BDST nº 1

El BDST nº 1 tuvo una permanencia de 30 meses, de junio de 1940 a diciembre de 1942, y tres emplazamientos principales: Punta Carnero (Algeciras), Punta Paloma (Tarifa) y Puerto de Bolonia (Tarifa). Esta última localización, con 18 meses, fue la de más larga duración. Los expedientes del FBTCC consultados hasta el momento no aportan información sobre los trabajos efectuados por este batallón, pero basándonos en las investigaciones emprendidas por el Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar, podemos concretar que éstos tuvieron una finalidad esencialmente militar. En estos dos años y medio se construyeron buena parte de los cientos de edificaciones (fortines, baterías de costa, puestos de observación, reflectores, etc.) de los tres sectores en los que se dividió territorialmente el plan de fortificación del Estrecho, así como la red de senderos, pistas y carreteras que los conectaban. Armados con picos, palas y mazas fueron los prisioneros los destinados a los trabajos más duros: acarrear materiales, acondicionar los terrenos para el trazado de los caminos, partir piedras para el firme, etc. Sin la utilización de esta mano de obra esclava hubiera sido imposible la consecución de dicho plan de fortificaciones.

Emplazamientos del BDST nº 1

 

Rebaje de monte y camino empedrado realizados por los prisioneros en Punta Carnero (Algeciras)

 

Nido de ametralladoras en Punta Carnero (Algeciras)

 

Puesto de observación en Punta Paloma (Tarifa)

En la primera tabla del anexo (p.4-5) ofrecemos las cifras de prisioneros que mes a mes engrosaron este batallón. Se trata de una información importante, pues dada la gran movilidad que se daba en estas unidades disciplinarias (altas, bajas, ausencias, etc.), es lo más cerca que estaremos de obtener un cómputo total. Para ello hemos analizado, de cada uno de los 30 expedientes, denominados “Extractos de revista para la de comisario del mes (…)” el documento “balance de fuerza“, en el que se registraba por cada mes el número de mandos, tropa y trabajadores que integraban el batallón. Estos justificantes de revista eran luego enviados al Tribunal de Cuentas para su fiscalización.
Sumando las altas mensuales de todos estos balances de fuerza obtenemos una de las cifras más clarificadoras: 4239 prisioneros pasaron por el BDST nº 1 entre junio de 1940 y diciembre de 1942, fecha en la que se disuelven los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, permaneciendo sólo hasta 1945 los denominados Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores Penados1. El mes con mayor número de prisioneros fue septiembre de 1940, con 1097; y el de menor número diciembre de 1942, con 375, siendo la media mensual de 714.

Balance de fuerza de septiembre de 1940 en Punta Carnero (Algeciras)

El gráfico siguiente nos muestra la procedencia de los prisioneros del BDST nº 1. El 67 % provenían de campos de concentración; el 29,5 % de otros batallones de trabajo y un pequeño 3 % de distintas unidades militares, establecimientos penitenciarios, instituciones sanitarias y cajas de reclutas.

En la obtención de estos porcentajes y cifras, tanto de las altas como de las bajas en el batallón, se ha obrado con especial minuciosidad pues se han tenido que consultar, como ya se ha indicado, 30 expedientes compuestos por una media de 50 folios, muchos de ellos escritos a mano con todo lo que ello implica a la hora de transcribir. No obstante, la burocracia represora castrense mostraba una gran efectividad acorde con el fin punitivo que perseguía, y en cierto modo ha facilitado la tarea. Tras las extensas relaciones dedicadas al personal “trabajador”, formadas por nombre, día de alta o de baja, número de días de devengo, importe en pesetas del mantenimiento y observaciones (lugar de procedencia o destino), en la mayoría de las ocasiones siempre figura al final del expediente un extracto detallado de esas relaciones, tal como se puede apreciar en la imagen siguiente:

Ejemplo de extracto de una de las relaciones de altas

La política de dispersión y de desarraigo impuesta por el franquismo sobre los vencidos se refleja en estos fríos números que esconden cada uno de ellos una vida truncada y humillada. Miles de jóvenes, recordemos que sin acusación formal alguna y sin haber sido juzgados, fueron condenados a trabajos forzados por un régimen que ni conoció la clemencia durante la guerra ni el perdón tras ella.

Los distintos campos de concentración que se detallan en la siguiente tabla fueron los principales suministradores de mano de obra forzada a este batallón con 2826 prisioneros. Salvo el de Badajoz, especificado así en la documentación oficial, y por tanto imposible de identificar de entre los 12 que existieron en la provincia, todos fueron campos estables y de larga duración. Desde los dos ubicados en Ceuta, creados en julio de 1936, hasta el madrileño “Miguel de Unamuno”, que se clausuró en diciembre de 1942, los seis campos de concentración indicados cumplieron con su sórdida misión de clasificar a los cautivos según su grado de afección o desafección al régimen, y organizar los batallones de trabajo2.

Donde quizá mejor se aprecia la complejidad y funcionamiento del sistema concentracionario sea en el intercambio de trabajadores que se daba entre unas unidades disciplinarias y otras. Desde 72 batallones diferentes fueron trasladados al que analizamos 1242 prisioneros (anexo: p. 9-14). Con la aplicación de esta punitiva logística se perseguía, además de acentuar la mencionada política de dispersión, debilitar la posible cohesión que se pudiera dar entre sus integrantes, ya que mediante esos traslados se procuraba que cada seis meses los batallones renovaran completamente su composición. De los 72 batallones, los seis de la siguiente tabla fueron los que más mano de obra cautiva aportaron al BDST nº 1. Como se observa, no necesariamente se hacía uso de los más pŕoximos.

Las cifras obtenidas a partir de los restantes lugares de procedencia son mucho menores pero no dejan de ser significativas. De 16 establecimientos penitenciarios arribaron al batallón 44 prisioneros (anexo: p. 8), siendo el  Penal de Santa Catalina (Cádiz), la Fortaleza-Prisión del Hacho (Ceuta) y el Fuerte-Prisión de Rapitán (Jaca) los que más aportaron. Procedentes de 24 unidades militares del ejército regular, 57 prisioneros, donde destaca el Departamento marítimo de Cartagena con 15 (anexo: p. 15-16). Procedentes directamente de 3 cajas de reclutas, 10 prisioneros. Y por último, desde 4 instituciones sanitarias, 18 prisioneros.

En cuanto a las bajas producidas por diferentes causas en el BDST nº 1, podemos concluir en que el 60 % de los prisioneros fueron trasladados a lo largo de estos dos años y medio a otros batallones; el 18,8 % pasó a unidades militares del ejército; el 13,2 % fue licenciado; el 2,6 % acabó en otros destinos que se detallan en el anexo; el 1,3 % se evadió, o lo intentó; una ínfima parte de ellos fue devuelta a los campos de concentración o encarcelada; y las cifras más crueles y devastadoras, el 2,9 % de los prisioneros que fueron destinados a este batallón acabaron falleciendo y se produjeron 1407 hospitalizaciones, casi 50 al mes de media.

2241 prisioneros fueron trasladados desde esta unidad disciplinaria a otras 24, engrosando la inmensa mayoría (2271) los cercanos batallones nº 35, 2, 46 y 58, a medida que las necesidades lo requerieron (anexo: p. 21-23). Los emplazamientos indicados abajo fueron los principales, aunque de las tres compañías de los que estaban compuestos podían destinarse distintos destacamentos a cualquier obra que lo precisase. A las extenuantes jornadas de trabajo había que sumar los desplazamientos a pie, desprovistos de indumentaria y calzado adecuados, para luego pernoctar en sucios barracones improvisados o tiendas de campaña.

763 fueron destinados para apoyar a unidades del ejército como batallones de ametralladoras, compañías de sanidad o transmisiones, recuperación de automóviles, etc. Y finalmente, 537 fueron licenciados pasando a la reserva y enfrentándose a una estrecha vigilancia y a un futuro nada halagüeño.
Respecto a las 55 evasiones de las que se tiene constancia, resulta algo sospechoso que sólo se produjeran en los diez primeros meses. A partir de marzo de 1941 no se refleja ninguna en los estadillos. ¿Aumentaron las medidas de seguridad y de este modo finalizaron las fugas? ¿Intentaron ocultar cierta incompetencia? ¿O se les aplicó la triste y recurrente ley de fugas a los siguientes que lo intentaron?
Acabamos este análisis estadístico del BDST nº 1 con las cifras que más nos conmueven y sobre las que más luz queremos arrojar, la de los fallecidos, por usar un término más amplio y en cierto modo, eufemístico; y la de las hospitalizaciones (anexo: p.19). 119 de los 4239 prisioneros fallecieron, y como se dijo más arriba, se produjeron 1407 altas en hospital. Los expedientes que se enviaban al Tribunal de Cuentas no indican en ningún momento las causas de muerte o enfermedades. Lo que realmente importaba eran las dos pesetas y media que costaba el mantenimiento diario de un prisionero. Y en los casos tratados, el no poder reclamarlas, mal que les pesara a los mandos corruptos para el desempeño de sus chanchullos. Sin embargo, la bibliografía consultada sí que nos aclara el origen de de esas muertes y enfermedades: escasez de alimentos, falta de higiene, maltratos, trabajos agotadores, accidentes en el tajo, envenenamientos por consumir plantas tóxicas, todo tipo de epidemias, suicidios, etc.
Una vez que concluyamos el estudio analítico de los 47 batallones de trabajo forzado que pasaron por la provincia de Cádiz, y obtengamos el número total de “fallecidos”, sumaremos en el haber del genocidio franquista unas cifras que hasta ahora no se habían contemplado con cierta exactitud, ya  que no todo lo reflejado en la documentación se corresponde siempre con la realidad. No obstante, nos queda por descubrir cuál fue el destino de esas pobres personas, pues en los últimos meses hemos recibido varias consultas de familiares de prisioneros muertos durante su estancia en los batallones interesándose por el paradero de sus restos. Los expedientes personales consultados hasta el momento no revelan nada de información. Un silencio burocrático total. Tampoco los archivos generales, militares o municipales a los que nos hemos dirigido han sabido darnos una respuesta positiva.

(Notas)

  1. GARCÍA FUNES, Juan Carlos, Trabajo forzado dependiente del sistema concentracionario franquista: organización, cifras, lógicas y dinámicas. Segle XX. Revista catalana d’història, nº 15, 2022.
  2. HERNÁNDEZ DE MIGUEL, Carlos. Los campos de concentración de Franco. Sometimiento, torturas y muertes tras las alambradas. Ediciones B, 2021.

 

 

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