Hace algún tiempo, nuestro compañero Antonio Morales me propuso colaborar en los actos programados por el Instituto Sierra Luna, de Los Barrios, centro en el que ambos coincidimos en tareas docentes hace ya bastantes años. Tengo que agradecerle que siga contando conmigo para actividades y que incluya artículos míos en la revista. Es una manera dulce de seguir en contacto con ese universo extraordinario que es la escuela. Una charla que ofrecí al alumnado de ese centro versó sobre lo siguiente.
En principio, hablar de la figura del padre de la patria andaluza me sobrepasaba, pero supimos encontrar este aspecto concreto de su ideario: la organización territorial de España siguiendo un modelo de Estado federal. Obviamente, no es algo que Infante pergeñara de improviso, sino que se nutrió del riquísimo panorama intelectual y, sobre todo de las ideas, de un siglo XIX prodigioso al que, necesariamente hay que acudir, si se quieren conocer propuestas y alternativas valientes, modernas y progresistas. Quiero resaltar, entre otros muchos, a un sanroqueño injustamente desconocido, pero que sorprende grandemente, Francisco María Tubino, autor de “Patria y federalismo”, una obra de 1873 en la que está muy presente una de las primeras reivindicaciones de Andalucía como realidad histórica, que merece cambios estructurales en la línea de un protoandalucismo definido por el federalismo. Por cierto, que un sobrino suyo, José Mª Tubino, igualmente sanroqueño, fue asesinado en 1936 por las fuerzas sublevadas.
Como decía, el recorrido, para encontrar los orígenes, nos llevó a la Iª República y al borrador de la primera constitución española en la que el país quedaba definido como una república federal.
Fue éste, un documento inspirador que sirvió de base para que, en octubre de 1883, se aprobara en la Asamblea de Antequera, convocada por la sección andaluza del Partido Republicano Democrático Federal, la primera propuesta de constitución ya específicamente para Andalucía.
Un texto en el que quedaban reflejados principios como el republicanismo demócrata, el liberalismo social y de clase, el socialismo utópico, el laicismo y hasta unos incipientes apuntes del primer feminismo.
La vida de Blas Infante se enriqueció en la Sevilla de los años 10 del siglo XX, donde se involucró en el activismo andalucista y cultural que giraba en torno al Ateneo, las revistas de la época, las conferencias y los debates, un ambiente que difícilmente ha sido igualado en momentos posteriores. Fruto de sus inquietudes y de sus cada vez más definidos pensamientos en política, pero también siempre, desde una postura de defensa del campesinado, así copero también siempre, desde una postura de defensa del campesinado, así como de un tibio nacionalismo, puesto que en él era muy potente el sentimiento internacionalista nacionalismo, puesto que en él era muy potente el sentimiento internacionalista –Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad– verá la luz su libro Ideal andaluz, publicado en 1915.
Con todo este bagaje, se irá a las sucesivas asambleas de Ronda en 1918 y Córdoba, un año más tarde. En ambas se mantiene esa propuesta del 83 y se adoptaron los símbolos, como la bandera, tarde. En ambas se mantiene esa propuesta del 83 y se adoptaron los símbolos, como la bandera, el escudo y el himno.el escudo y el himno.
Los años de la dictadura de Primo de Rivera, pese a las prohibiciones, sirvieron, no obstante, para la maduración de las ideas y la definición de los modelos. El advenimiento de la IIª República abrió una puerta de esperanza a un prometedor futuro en el que encajar modelos organizativos, administrativos, económicos y sociales donde la justicia adquiriera protagonismo. Sin embargo, Blas Infante se quedó fuera del Congreso de los Diputados en las dos ocasiones en las que se presentó a las elecciones, primero por la Candidatura Republicana Revolucionaria y, en 1933, por la Junta Liberalista de Andalucía.
Sin embargo, la constitución de 1931, aprobada a finales de año, pese a reconocer una amplia gama de derechos, como supeditar la propiedad individual a los intereses generales, otorgar a las mujeres el derecho al sufragio o separar a la Iglesia del Estado, dejando de subvencionarla y prohibiéndole la enseñanza; en el plano de la organización territorial, adoptó el formato que ofrecen las autonomías, en lugar de la división en estados bajo una concepción federativa. Esto, unido al Bienio Conservador que, en buena medida, se dedicó a deshacer lo alcanzado por el gobierno provisional y el primer gobierno republicano, significó tener que adoptar una nueva redefinición, algo que sólo estuvo al alcance de Cataluña. Casi con el tiempo al límite, justo antes de que se produjese el asalto a la legalidad del 18 de julio de 1936, el estatuto vasco también logró meter cabeza, al igual que incluso dio tiempo a que se aprobara el referéndum para el gallego.
Lo que ocurrió después forma parte de uno de los episodios más oscuros de este país: Blas Infante fue detenido y fusilado en alguna parte próxima a Sevilla, sin que ni siquiera mediara la “justicia” golpista. Su cuerpo, como los de miles de otras españolas y españoles siguen desaparecidos, aunque no así sus ideales y sus luchas.
Nos parece interesante que esta idea organizativa del Estado se reivindique porque quizá sea una solución sensata a la hora de mediar entre los nacionalismos –el español y los periféricos–, cada vez más radicalizados; hacia la uniformidad, por parte de unos y la independencia, por parte de otros. Y aunque esta idea está reconocida por algunas formaciones políticas de izquierda actuales en sus estatutos y sus programas electorales, la bronca política en la que nos han metido quienes no conciben estar fuera del poder, ha relegado hoy estos debates que, sin ninguna duda, entendemos como constructivos, inclusivos, de progreso… imprescindibles.
Y, finalmente, un recuerdo para nuestro autor de cabecera: Jesús Ynfante. Pariente de Blas, igual que él, defendió en sus escritos y sus manifestaciones este mismo modelo federal, reivindicando, incluso, la idea de una federación peninsular, ya que asegura que el primer lema de Infante fue:
Andalucía, Iberia y la Humanidad, como así lo expresa en el borrador que sobre “La otra historia de Andalucía” está en estos momentos siendo estudiado por un grupo de personas de la Casa de la Memoria pensando en su posible publicación.
Concluyo con algunas ideas de Blas Infante para la reflexión y la reivindicación de su figura:
- “Nadie debe tener la tierra que no puede cultivar”
- “Todo latifundio andaluz es ilegal en su origen”
- “Andalucía ha de tener por ideal, como región española, el predominio de su cualidad como inspiradora de la obra del progreso español”
- “El alma española no es otra cosa que el resultado de la convergencia, en suma, de las energías regionales”
Bibliografía:
- Constitución de la República Española (1931). Congreso de los Diputados.
- Gaceta de Madrid, alzamiento republicano federal 1869.
- Infante Pérez de Vargas, Blas (1915): El ideal andaluz.
- Ortega y Gasset, José (1927): Teoría de Andalucía.
- Pérez Trujillano, Rubén (2013): La Constitución de Antequera en su 130 aniversario.
- Pérez Trujillano, Rubén (2014): La Constitución de Antequera: horizontes para un país. Diario Público.
- Pérez Trujillano, Rubén (2014): La república según Andalucía. Olvidos.es.
- Proyecto de Constitución Federal de la República Española (1873). Congreso de los Diputados.
- Ruiz Robledo, Agustín (1990): Una mirada casi herética al andalucismo histórico. Estudios Regionales nº 27.
- Tubino y Oliva, Francisco Mª (1873): Patria y federalismo.
- Vergara Varela, Jesús Pedro (2005): La constitución de Antequera de 1883: piedra angular del andalucismo contemporáneo. XIIº Congreso sobre el Andalucismo Histórico.
- Constitución federal de Andalucía (1883). Wikipedia.