-¿A dónde nos llevarán?
-Donde les dé la gana.
-¿Qué cárcel habrá para tantos?
-Toda España

Max Aub, Campo de los Almendros, 1968.

No le faltó razón al novelista y dramaturgo Max Aub cuando puso en boca de dos de sus personajes el futuro inmediato que les aguardaba a miles de prisioneros al término de la guerra, aunque a decir verdad, ese conciso y duro diálogo bien pudiera haberse entablado desde el mismo 17-18 de julio de 1936, y retumbaría luego como un eco durante décadas contra las cuatro paredes de la cárcel en que se había convertido España. Depósitos municipales, prisiones de partido, prisiones provinciales, prisiones habilitadas (cines, teatros, conventos, buques, plazas de toros, estadios de fútbol, etc.), campos de concentración; cualquier lugar sirvió para los propósitos represivos del régimen franquista.
“Cualquier lugar”, una expresión que pudiera parecer excesiva, pero que si la deletreamos con el tono de Max Aub no lo es tanto. ¿Qué si no fue el Campo de Gibraltar y aledaños para los más de 30 mil prisioneros que de mayo de 1939 a octubre de 1944 fueron obligados a trabajos forzados en las obras que constituyeron el Plan Defensivo del Campo de Gibraltar, ese proyecto megalómano que el ejército golpista quiso vender como un sistema defensivo frente a las fuerzas aliadas, cuando el objetivo original fue el de tomar la plaza de Gibraltar, controlar el Estrecho, y entrar con fuerza en la II Guerra Mundial con sus aliados nazi-fascistas para poder mercadear incluso con los territorios franceses norteafricanos? ¿Qué si no fue la comarca campogibraltareña para esos miles de jóvenes? Una cárcel a cielo abierto a la que llegaron desde todos los puntos cardinales del Estado español. Una cárcel donde los barrotes quedaron transfigurados en los fusiles de los soldados escolta, donde las rejas o alambradas se mudaron en un territorio desconocido para la inmensa mayoría de ellos. Una cárcel de la que era prácticamente imposible escapar porque más allá de los límites de ese inmenso patio, España entera seguía siendo una cárcel.
Para al menos 517 de estos prisioneros, esta cárcel a cielo abierto también fue su última morada, el lugar donde perdieron sus jóvenes vidas. La consulta y estudio del fondo documental Batallones de Trabajadores y Campos de Concentración que se conserva en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, nos ha permitido obtener esta dramática cifra de “fallecidos”. La tarea no ha sido fácil, pues la documentación que de dicho fondo concierne a los 40 batallones disciplinarios que actuaron en nuestro territorio, está compuesta por 557 unidades documentales, un total de 21.996 folios digitalizados.
Fruto de este análisis es el listado provisional e inédito (anexo 1) que ofrecemos a continuación, un listado que se propone sobre todo honrar sus vidas y facilitar las búsquedas documentales de sus familiares y allegados, pero también colaborar en la investigación de este fenómeno punitivo y criminal que significaron las unidades disciplinarias en la posguerra del Campo de Gibraltar.
Queremos señalar el carácter provisional de este listado, ya que la cifra real de fallecimientos se quedaría lejos de los 517 por varios motivos. En primer lugar, habría que tomar por cierto que cada una de las muertes que se dieron en los batallones fueron registradas en las relaciones de bajas de prisioneros que los responsables militares remitían al Tribunal de Cuentas y otros organismos militares para fiscalizar gastos e ingresos. En estas relaciones, las bajas por licenciamiento, traslados a otros batallones, ingresos en hospitales y otras circunstancias se alternaban con toda normalidad burocrática con la de fallecidos, pero cuesta creer, dada la impunidad que caracterizaba al estamento castrense, que el cien por cien de estos quedaran reflejados en esas relaciones.
En segundo lugar, no todos los expedientes (extractos de revista en la terminología original) se han conservado. El mencionado fondo documental ha sobrevivido en un muy alto porcentaje de su cronología, pero faltan algunas de esas relaciones mensuales que se redactaban para dar cuenta del número de altas y bajas de prisioneros. Por ejemplo, los extractos de revista de septiembre de 1942 de un buen número de batallones no han llegado hasta nuestros días. Por otra parte, la documentación concerniente al periodo enero 1943-octubre 1944, que corresponde a la 2ª Agrupación de Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores Penados (92,94, 95 y 96), donde fueron a parar miles de personas, no registró en sus relaciones las bajas por fallecimiento. Este artículo, por tanto, sólo ofrece el número de víctimas mortales desde mayo de 1939 a diciembre de 1942.
Y en tercer y último lugar, tenemos que tener presentes a aquellos prisioneros que fueron declarados “inútiles” para el trabajo. El brutal léxico utilizado por los militares no dejaba lugar a dudas del fin instrumental que se buscaba con el trabajo forzado de los prisioneros. El Reglamento provisional para el régimen interior de los batallones de trabajadores, aprobado el 23 de diciembre de 1938, es bastante explícito en el art. 127: “… En cuanto a los inútiles para el trabajo, se tramitará sin demora y en la forma que ya se ha indicado para los mismos, su baja y separación del Batallón, con su consecuente reemplazo por otros prisioneros útiles”. Fueron, al menos, 242 los prisioneros licenciados y/o excluidos por “inutilidad” total como consecuencia de accidentes, enfermedades o simplemente extenuación ocasionada por los durísimos trabajos, los maltratos y la malnutrición.
Aunque escasos, no faltan testimonios directos de víctimas de estos batallones en los que se relatan las pésimas condiciones en las que algunos compañeros llegaban a sus lugares de origen tras ser apartados por “inservibles”, condiciones que en muchos casos finalizaban por desgracia en fallecimiento. Así lo cuenta José Barajas Galiano en sus memorias Batallones Disciplinarios (Esclavos del franquismo)1. Fue prisionero del Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores n.º 6. En la comarca recaló en Punta Paloma (Tarifa) y en Facinas (Tarifa), pero antes estuvo destinado en Igal (Navarra) en la construcción de las carreteras e infraestructuras de ese otro proyecto hermano del campogibraltareño: la Organización Defensiva del Pirineo. En pleno invierno, un teniente les obligó a bañarse en un río: “…Nos hizo quitar la ropa romper el hielo y meternos en el agua. El que no quería meterse, le echaban agua al cuerpo con platos. De allí salieron muchos enfermos. Unos volvieron y otros no. Un paisano mío de los siete que salimos, Francisco Venezuela, enfermó el pobre hombre y cuando vieron que se moría, le pusieron una inyección y lo mandaron al pueblo a que se acabara de morir”.
Tampoco faltan pruebas documentales que acreditan esta correlación. Es el caso por ejemplo de Jesús García Esteban, natural de Viana de Jadraque (Guadalajara), barbero de profesión. Fue prisionero del BDST n.º 22, con diversos emplazamientos entre Algeciras (El Bujeo, Los Pastores, El Cobre) y Tarifa (Betijuelo, Guadalmesí). Por la causa de diligencias previas n.º 1329 de 1944, sabemos que Jesús García fue licenciado del batallón por “inútil” total el 7 de abril de 1942. Tras una breve estancia suponemos que en su pueblo, ingresó en el Hospital Provincial “Ortiz de Zárate” de Guadalajara el 27 de mayo, y falleció cinco meses después del licenciamiento, el 28 de septiembre, por tuberculosis pulmonar. La consulta de los expedientes personales de estos 242 prisioneros declarados inútiles para el trabajo, así como la de los registros civiles de sus lugares de procedencia, también haría aumentar la cifra de víctimas en las unidades de castigo.
¿Cuáles fueron las causas de estas muertes? En este punto tenemos que recalcar que las relaciones de altas y bajas de trabajadores forzados que componen el fondo documental Batallones de Trabajadores y Campos de Concentración no especifican las circunstancias en las que se produjeron los fallecimientos. Sólo muy marginalmente se alude a ello. Tanto es así, que únicamente hemos encontrado una referencia de muerte por suicidio, otra por accidente, y otra en el pelotón de castigo de Sierra Carbonera (La Línea). Sería necesario, de nuevo, poder consultar los expedientes personales de las 517 víctimas, custodiados en el Archivo General Militar de Guadalajara, para conocer los motivos específicos que acabaron con la vida de estos jóvenes cautivos. Actualmente, se escapa de nuestras posibilidades afrontar este estudio, pero lo tenemos en cuenta para cuando sea posible.
Sin embargo, contamos con un par de investigaciones para aproximarnos a la causalidad global de las muertes ocasionadas por la represión franquista en el ámbito concentracionario de nuestro territorio. Una de ellas es la de Josep Màrius Climent i Prats, 27 Batallón disciplinario de soldados trabajadores 1940-1942. Violencia política y control social sobre los vencidos de la guerra civil española2, En este batallón disciplinario n.º 27, que actuó en Tarifa y Rota entre septiembre de 1940 y diciembre de 1942, Climent contabiliza 50 fallecimientos e identifica las causas de 34:

  • Enfermedad gástrica: 6
  • Enfermedad respiratoria: 6
  • Infección (Sepsis): 2
  • Enfermedad coronaria/ paro cardíaco: 5
  • Avitaminosis – (Piodermitis): 1
  • Accidente (Ahogamiento): 1
  • Disparos: 1
  • Subalimentación/ Intoxicación: 12

Como se puede observar, destacan las 12 muertes ocasionadas por la falta de alimentación. Esta hambre crónica condujo a muchos prisioneros a que comieran cualquier ser vivo, animal o planta, que rondara los destacamentos en los que trabajaban.
La segunda investigación, Prisioneros. Los muertos por hambre en batallones de trabajadores de Cádiz y Córdoba3, llevada a cabo por Julio Guijarro González, pone nombre, lugar y fecha a las 12 muertes documentadas por Climent en el BDST n.º 27. El 11 de abril de 1942, en el destacamento del Camorro (Tarifa), 26 prisioneros se intoxicaron tras comer un cardo borriquero denominado “cardo ojero”, de sabor dulce pero dañino, ya que contiene brucina, un alcaloide muy venenoso. Una “golosina”, que a cualquier persona bien alimentada y en condiciones óptimas quizá sólo le acarree un percance menor, provocaron la muerte de estos 12 jóvenes malnutridos, agotados por el trabajo y expuestos en suma a unas condiciones higiénicas deplorables. Ocho de ellos eran de la provincia de Córdoba; y el resto, de Toledo, Ciudad Real, Sevilla y Cáceres. Fueron enterrados en el cementerio de Tarifa, patio 2º, fosa común.

Batería artillera en el Camorro (Tarifa)

Respecto a las otras causas de defunción investigadas por Climent, sobresalen acto seguido las derivadas de enfermedades gástricas y respiratorias. La escasa alimentación, basada sobre todo en ranchos aguados de legumbres, provocarían innumerables casos de colitis, anemia y avitaminosis (carencia en el cuerpo de las principales vitaminas). Tampoco escasean testimonios, e incluso apertura de diligencias previas, que señalan y achacan esta carencia de alimentos, además de al intencionado objetivo de abaratar los costes, a la corrupción de los mandos militares de los batallones, que mercadeaban en el estraperlo con el hambre de los prisioneros. Las afecciones respiratorias, bronquitis u otras complicaciones pulmonares, vendrían originadas por el paludismo, puesto que muchos emplazamientos de trabajo se encontraban en zonas encharcadas, propicias para la proliferación de los mosquitos del género anófeles; tal como debió ocurrir en los destacamentos próximos a la extinta laguna de La Janda o a las desembocaduras de arroyos y ríos.
Las 5 muertes por enfermedades coronarias o paros cardiacos, que se certificaron en un mismo día, las atribuye Climent a “una acción violenta que les provocaría un trauma o herida mortal”. Otra gravísima dolencia, que en el estudio que estamos tratando sólo causó en principio la muerte de un soldado escolta, fue el tifus exantemático, conocido popularmente como la enfermedad del piojo verde. Estos brotes epidémicos se propagaban sobre todo en época estival, y sobrevenían tras la picadura de dicho piojo, que inoculaba la bacteria rickettsia prowazecki, provocando fiebres muy elevadas y fallos hepáticos4. La escasez de vestuario adecuado, una constante en el sistema concentracionario franquista, facilitó la difusión de esta martirizante plaga. Cualquier libro de memorias de presos en cárceles o prisioneros en campos de concentración y batallones de castigo tiene su correspondiente episodio dedicado a la matanza de piojos y chinches que poblaban sus andrajosas prendas; a lo que hay que sumar las lamentables condiciones de higiene que les aguardaban tras el trabajo: barracones infestos en el mejor de los casos, y tiendas de campaña o chozas improvisadas en la mayoría de ellos. Así sobrevivían a esta cautividad forzada, que de término medio se prolongaba entre dos y tres años.
Por último, en cuanto a las muertes como consecuencia de disparos, Climent sólo documenta una en el BDST n.º 27; la de un prisionero que previo intento de evasión trató de escaparse de la guardia que lo conducía a la Compañía de Castigos del BDST n.º 1 en la ya mencionada Sierra Carbonera. Tres tiros a corta distancia acabaron con su vida. Esta sierra es la siguiente altura a escasos kilómetros de Gibraltar, y sus laderas están pobladas de fortines y puestos de observación, además de un túnel de aproximadamente 500 metros que comunica ambas vertientes en la cumbre.

Fortín en Sierra Carbonera (La Línea)

 

Túnel en Sierra Carbonera (La Línea)

En el transcurso de nuestras investigaciones hemos localizado otro ejemplo de ejecución por intento de fuga. Se trata de la causa 1353/1939, instruida para averiguar la muerte de los prisioneros Antonio Nogueras Rivas, natural de Piñar (Granada), de 18 años de edad; y Joaquín García Aguilar, natural de Dehesas Viejas (Granada), de 24 años de edad. Los hechos ocurrieron el domingo 29 de octubre de 1939 en Guadarranque (San Roque), en el entorno de la torre del Rocadillo, hoy día enclavada en el conjunto arqueológico de Carteia. Procedentes del campo de concentración de Rota, diez días antes de la fatídica fecha habían sido destinados al Batallón de Trabajadores n.º 6, donde fueron destinados a trabajos forzados en la construcción de los fortines costeros de la zona. La intención de estos dos jóvenes fue la de llegar desde el campamento situado en el cortijo del Rocadillo hasta la playa, para desde allí evadirse y alcanzar Gibraltar a nado. Para ello se refugiaron en unas trincheras próximas a la torre vigía esperando el momento oportuno. Sin embargo, el intento de fuga estaba ya predestinado al fracaso, ya que los mandos militares del batallón habían sido alertados previamente por otro prisionero. Tras pasar revista y comprobar que no estaban, se inició la búsqueda y fueron localizados rápidamente. Según las declaraciones de los que intervinieron en el suceso, Antonio y Joaquín empujaron a un alférez y recorrieron entre 20 y 30 metros antes de ser abatidos a tiros. Las terribles heridas descritas en las autopsias no pretendieron en modo alguno abortar la fuga, que por otra parte se hubiera logrado por otros medios dado el número de soldados escolta y mandos que intervinieron. Días después fueron enterrados en en cementerio de Algeciras, en la parcela de guerra, situada en el patio Fosa Común.

Fortin en la playa de Guadarranque (San Roque)

 

Certificado de inhumación de Antonio Nogueras Rivas y Joaquín García Aguilar en el cementerio de Algeciras

Una vez descrito de forma somera el contexto criminal que segó las vidas de tantas personas, pasamos a analizar las conclusiones que se pueden extraer del listado de los 517 fallecidos en el Campo de Gibraltar y provincia entre 1939 y 1942. En este listado ofrecemos, además del nombre de la víctima, el batallón disciplinario al que pertenecía, la fecha de defunción, el lugar donde estaba emplazado el batallón (con indicaciones de si el prisionero falleció en un hospital) y la signatura del expediente personal en el Archivo General Militar de Guadalajara, por si interesa su consulta. No podemos facilitar el lugar de origen de los prisioneros puesto que en los listados elaborados por este archivo no se incluye esta información tan importante desde el punto de vista de la investigación. Es más o menos comprensible que las decenas de miles de expedientes personales que componen el fondo documental de Unidades Disciplinarias no se encuentren digitalizados, pero no tanto que no hayan sido descritos y organizados por localidades o provincias, cuando una rápida consulta al documento de filiación, donde consta el lugar de origen, solventaría el problema.
En 30 de los 40 batallones de prisioneros que fueron destinados al Campo de Gibraltar y otras localidades gaditanas limítrofes hubo fallecimientos. Casi el 25% de estos fueron trabajadores forzados destinados al Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores n.º 1, que operó entre junio de 1940 y diciembre de 1942 en Guadacorte (Los Barrios), Punta Carnero (Algeciras), Punta Paloma (Tarifa) y el Puerto de Bolonia (Tarifa). Un total de 127 víctimas. El segundo batallón con más víctimas mortales fue el BDST n.º 8, con 67. Operó entre agosto de 1940 y julio de 1942 en los emplazamientos de Algeciras, Los Pastores (Algeciras), Guadalmesí (Tarifa), Cortijo Los Palos (Algeciras), Rancho Reinel (Tarifa), Arroyo Hondo (Tarifa), Y Arroyo Viñas (Tarifa). El tercero fue el ya mencionado BDST n.º 27, con 50; y le siguen el BDST n.º 2 y el BDST n.º 10 con 36 y 35 víctimas mortales respectivamente. El 60% de todas las muertes se originaron en estas 5 unidades de castigo.
El análisis del fondo documental Batallones de Trabajadores y Campos de Concentración nos ha permitido también conocer la cronología de las mortandades:

Nº de fallecidos por año

Aunque la media anual de prisioneros destinados al territorio pasó de los 2786 de 1939 a los 10380 de 19425, llama la atención la acusada disparidad de fallecimientos entre un año y otro. Un motivo más para pensar que no todos fueron registrados en las relaciones de bajas. Si nos atenemos a la secuencia mensual, observamos que los meses de invierno fueron los más duros. En el de 1941, de enero a marzo murieron 96 prisioneros; y 108 en el de 1942.

Por último, en el anexo 2, ofrecemos un listado con el número de fallecimientos por municipio especificando el lugar o emplazamiento en donde se encontraba el batallón cuando se produjeron, y por tanto, así lo registraron en las relaciones de bajas.
Dada su situación geográfica frente al Estrecho de Gibraltar, su extensión y el gran número de obras, caminos y carreteras que se construyeron, no es de extrañar que el municipio de Tarifa, con 21 emplazamientos de batallones, fuera el que más prisioneros vio caer: 370. Sólo en el Puerto de Bolonia, a medio camino entre la nacional 340 y la costa, murieron 119. Le sigue el municipio de Los Barrios con 48, donde en sólo 3 de sus emplazamientos (El Corchadillo, El Tiradero y Venta de Ojén) perdieron la vida 42. En el de Algeciras fueron 43; la práctica totalidad en Los Pastores y el cortijo Los Palos, en la barriada de Pelayo. En en de San Roque, 23. En el de La línea, 15. En el de Jimena, 8. En el Conil, 5. En el de Jerez (Puerto Gáliz), 3 y en el municipio de Rota, 2.

Más allá del pesar que produce abordar esta otra y específica represión franquista en nuestra comarca, con tantos números y tantos por ciento de por medio, esperamos que este artículo y listado provisional, apenas un bosquejo de lo que realmente se podría llegar a dibujar y profundizar, sirva para que se siga investigando y arrojando luz sobre estos crímenes; sirva para que se siga luchando por la declaración de estas obras y caminos como lugares de memoria; sirva, en fin, para honrar la memoria de los 517 fallecidos y de los miles y miles de jóvenes cautivos.

Notas:

  1. Barajas, José y Elena Díaz. Batallones disciplinarios (esclavos del franquismo): autobiografía de José Barajas y Elena Díaz. [Barcelona]: Associació per a la Memòria Històrica i Democràtica del Baix Llobregat, [2007]. 111 p. Memoria antifranquista del Baix Llobregat, 1.
    https://todoslosnombres.org/material/batallones-disciplinarios-esclavos-del-franquismo-autobiografia-de-jose-barajas-y-elena-diaz/
  2. Màrius Climent, Josep. 27 Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores 1940-142. Violencia política y control social sobre los vencidos de la Guerra Civil Española. HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contemporánea Núm. 14 (2016).
    https://e-revistas.uc3m.es/index.php/HISPNOV/article/view/2970/1674
  3. Guijarro González, Julio. Prisioneros. Los muertos por hambre en batallones de trabajadores de Cádiz y Córdoba. Todos Los Nombres. 14 de octubre de 2021.
    https://todoslosnombres.org/wp-content/uploads/2022/03/prisioneros._muertos_hambre_tarifa_cerro_muriano.pdf
  4. Eduardo Bayona. No, los piojos no eran rojos: así manipuló Franco su pandemia. Público, 04/05/2020.
    https://www.publico.es/sociedad/no-piojos-no-rojos-manipulo-franco-pandemia.html
  5. Datos extraídos de: Anexo de García-Funes, Juan Carlos (2022), «Datos básicos del Fondo “Batallones De Trabajadores y Campos De Concentración” del Centro Documental de la Memoria Histórica procedente del Archivo del Tribunal Cuentas», Memoriapaper(ak): documentos de trabajo del Fondo Documental de la Memoria Histórica en Navarra = Nafarroako Oroimen Historikoari Buruzko Fondo Dokumentalaren langaiak, ISSN-e 2444-5932, No. 11. https://academica-e.unavarra.es/handle/2454/43867

Anexo 1:

Anexo 2:

 

 

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