En nuestro compromiso por difundir el fondo archivístico que custodiamos del escritor e investigador Jesús Ynfante, queremos en esta ocasión mostrar algunos documentos que pertenecen a la serie documental de panfletos y pasquines, y en concreto aquellos que guardan relación con las históricas jornadas parisinas de mayo de 1968.
Por la documentación personal que vamos encontrando y analizando, como el permiso de residencia y el certificado de refugiado político que se muestran a continuación, y a la espera de que puedan aparecer otros anteriores, comprobamos que Jesús Ynfante regulariza su situación en octubre de 1975, pero que su fecha de entrada en Francia es el 17 de marzo de 1968. En todo caso estaríamos hablando de entrada “oficial”, y no de la real, pues como era norma entre los que huían de la persecución política y la violencia del régimen franquista, transcurría un cierto tiempo hasta que se lograba el reconocimiento por parte de las autoridades francesas.
Aún desconociendo la fecha exacta de entrada, sabemos que ya en 1967 se encontraba en la capital del país vecino. Es en ese año cuando un Jesús Ynfante con tan sólo 23 años, melena rollingstoniana y muchas inquietudes bullendo bajo ella, se presenta en las oficinas de la editorial Ruedo Ibérico con el reglamento de una organización, al parecer secreto, que sería el germen del futuro libro que haría escocer a los sectores tecnócratas de la dictadura: La prodigiosa aventura del Opus Dei. Génesis y desarrollo de la Santa Mafia.
El ambiente político y social que le brindó la ciudad de la luz, al igual que supuso un acicate en sus inicios como escritor, también, como es lógico, interfirió en el ritmo de escritura de la mencionada obra, que se acabaría publicando en 1970; hasta el punto de que al parecer llegó a desesperar un tanto a José Martínez Guerricabeitia, fundador y editor de Ruedo Ibérico. Denunciar el imperialismo yankee en Vietnam, debatir la mejor forma de acabar con la sociedad de consumo y el capitalismo o soñar con una sociedad más igualitaria y libertaria eran asuntos que requerían su tiempo y tenían su espacio, un ámbito difuso entre las manifestaciones en las calles y los cafés y copas en terrazas y bares.
No obstante, su compromiso con el mayo francés no se quedó sólo en la palabra. El 18 de mayo participó en la ocupación e intento de autogestión del Colegio de España junto a estudiantes provenientes de la Sorbona, que fue ocupada pocos días antes tras las manifestaciones del Partido Comunista de Francia y la Confederación General del Trabajo. En dicho colegio y residencia de estudiantes, sito en la Ciudad Universitaria Internacional, llevaba desde principios de año funcionando un comité de gestión de estudiantes de tendencia maoísta, al que no le hizo mucha gracia la interferencia y ocupación externa de los estudiantes de la Sorbona, de tendencia ácrata, y que consideraban al colegio “un nido de niños burgueses privilegiados”, y sobre todo, un símbolo del franquismo en tierras galas.
Al final, por lo visto, llegaron a un entendimiento y crearon un comité mixto de autogestión, que esta vez sí no pasó más allá de la palabra y la teoría. Al mes de iniciarse la ocupación el colegio fue desalojado por la policía y clausurado por orden del gobierno español. Uno de esos estudiantes desalojados y detenidos fue nuestro Jesús Ynfante.
Seguramente, el mayo del 68 sea uno de los grandes temas o acontecimientos que más haya aportado a la bibliografía de la historia social francesa: Libros, artículos, documentales, películas, etc. Los panfletos que hoy presentamos quizá sean algo así como los hermanos menores de esta tipología documental, pero qué duda cabe que representan la frescura e inmediatez de lo que hoy día, y salvando las distancias, podríamos encontrar en las redes sociales.
Otro asunto ya es que los consideremos como expresión y resumen de un movimiento contestatario que se enfrentó al binomio Estados-Capitalismo y nos legó buenas lecciones para aprender y recordar, o que nos quedemos con el mensaje de Andrés Vázquez de Sola, testigo también de esos acontecimientos, que declaró con su habitual ironía que aquello estuvo muy bien y fue necesario, pero que se acabó y apagó en cuanto Francia se dio cuenta de que con tantas revueltas y huelgas se acercaba el verano y las vacaciones y no iba a haber gasolina para los desplazamientos.