Texto: Antonio Morales Benítez
(Doctor en Historia, UCA)
Diversas circunstancias concurrieron para que el ubriqueño Manuel Arenas Guerrero en mayo de 1908, con 19 años de edad y sólo unos meses antes de ser llamado a filas, decidiera embarcarse desde Gibraltar hacia la Argentina en un viaje que no iba a tener retorno hasta muchos años después. El Americano, como se le conoció en Ubrique (Cádiz) tras volver enriquecido de su emigración argentina, encarnaba entonces el prototipo de burgués ilustrado y decidido partidario de una democracia avanzada. Su protagonismo político durante los años de la Segunda República y su trágico fusilamiento al comienzo de la guerra han hecho de él una figura envuelta en un halo simbólico (1).
Como Arenas Guerrero, entre 1880 y 1930 miles de andaluces emprendieron un éxodo hacia otras tierras en busca de unas mejores condiciones de vida. Este fenómeno tuvo en el puerto de Gibraltar uno de sus puntos principales de salida. El atractivo del Peñón se explica porque allí se establecieron diversas compañías navieras que se beneficiaban de los pasajes subsidiados por algunos países americanos necesitados de mano de obra extranjera y que se hacían cargo de los costes para estimular la emigración. Por lo que algunas de estas compañías para beneficiarse de estos incentivos llegaron a tejer una extensa red de agentes que operaban en numerosas poblaciones andaluzas para animar a los jóvenes a viajar a tierras americanas. Este tráfico, al margen de las autoridades españolas, resulta muy difícil de cuantificar. La emigración alcanzaba su punto culminante en los años previos a la Primera Guerra Mundial. Algunas fuentes calculan que entre 1911 y 1912 cada mes salían del puerto de Gibraltar unas 8.000 personas, aunque las autoridades consulares españolas rebajaban esta cifra a la mitad. El flujo se dirigía sobre todo a Brasil y a la Argentina que demandaban mano de obra agrícola o para la construcción de grandes infraestructuras (2).
Sin embargo, este fenómeno resultaba ser mucho más complejo puesto que, junto a las conocidas motivaciones económicas, existieron otras causas que empujaron también a muchos a abandonar su país. Y aunque ciertamente casi todos buscaban encontrar en tierras lejanas mejores oportunidades para labrase un porvenir, puesto que la razón principal era la crisis social y económica que se vivía en Andalucía, desde los primeros años del siglo XX, coincidiendo con el conflicto colonial de Marruecos, irrumpió un nuevo fenómeno como era el de eludir la incorporación al ejército. Por lo que junto a familias enteras de jornaleros encontraremos también a numerosos jóvenes que prefirieron abandonar su país antes que cumplir con sus obligaciones militares. El nuevo éxodo llegaba a adquirir durante estos años una gran importancia. Se calcula que aproximadamente el 20 por ciento de la emigración tendría estas motivaciones (3). Era una emigración encubierta y que iba a tener también en el puerto de la colonia británica su punto de embarque.
Pero entre aquella masa de emigrantes encontraremos también a otros que tuvieron que abandonar su país por motivos políticos. El sistema caciquil imperante durante los años de la Restauración monárquica determinaba numerosos aspectos de la vida ciudadana merced a la utilización de los resortes que otorgaba la posesión del poder político y económico. En numerosas poblaciones andaluzas cercanas a Gibraltar se observa el férreo control que se ejercía sobre los ciudadanos, y muchos de ellos conocieron además las represalias de los caciques de los pueblos. Personas que se habían significado por su oposición al sistema restauracionista fueron víctimas de las prácticas caciquiles. Por lo que huir de aquella realidad que oprimía a tantos iba a convertirse también en otra de las causas – junto a las económicas, sociales o militares- que contribuyeron a incrementar aún más aquel éxodo andaluz. Conocemos, en este sentido, algunos episodios acaecidos en la Serranía de Cádiz que pueden ilustrarnos estas prácticas y de cómo se podía utilizar cualquier artimaña legal para perjudicar a algunos dirigentes políticos o sociales, o a sus familiares más directos, en asuntos como el servicio militar, las contribuciones o el boicot laboral.
Ya en el nuevo continente algunos de estos andaluces recuperaron el antiguo compromiso político o social que habían tenido en su país. El contacto con la nueva realidad de aquellas jóvenes repúblicas les llevaba a reforzar sus ideas y a participar en algunas instituciones que ya habían conocido en España, como la masonería. Otros tampoco quisieron olvidar la realidad española y quisieron contribuir, desde allí, a combatir los males que impedían su desarrollo con la creación y el sostenimiento de algunas instituciones culturales. En este sentido conocemos la existencia de un centro de hijos de la provincia de Cádiz en la ciudad de Buenos Aires que, con la aportación económica de sus miembros, fomentaba la cultura de sus antiguos paisanos. En casos excepcionales, una situación económica más holgada iba a permitir a otros realizar el sueño de regresar a su pueblo para internar cambiar esa realidad desde dentro y ponerse al frente de instituciones culturales o de organizaciones políticas para acceder a órganos de representación popular.
El ubriqueño Manuel Arenas Guerrero responde al perfil dibujado. En él confluyeron todas aquellas motivaciones económicas, políticas y militares para que tuviera que abandonar su país siendo muy joven. El Americano era hijo de Manuel Arenas Vinagre y de María Guerrero Gómez. El padre, nacido en 1856 y de oficio viticultor, fue jefe del partido republicano local, concejal por esta minoría en el ayuntamiento y destacado miembro de la masonería (4), y quien, tras conectar con una tradición republicana y anticlerical que desde la segunda mitad del siglo XIX existía en Ubrique, se iniciaba en la logia local América en 1890 adoptando el nombre simbólico de Proudhon. Tanto la institución masónica como el republicanismo representaban en aquellos momentos los ideales de modernización y progreso.
Pero el protagonismo del padre de El Americano se incrementaba a comienzos del siglo XX cuando se convirtió en el vértice de la masonería y del republicanismo en la localidad. En 1905 ocupaba el cargo de Venerable Maestro y, decidido a desempeñar un papel político en su pueblo de la mano del también líder republicano y obrero Manuel Moreno Mendoza, reorganizaba el republicanismo para ocupar en 1902 la presidencia de la Junta Municipal Republicana. La implicación de la masonería parecía clara: todos los componentes de la Junta, excepto uno, estaban afiliados a la logia. Por lo que la historia de la institución masónica y del incipiente movimiento republicano local iban a tener trayectorias paralelas, incluso puede observarse en algunos momentos cierta unidad de acción (5). En 1903 los republicanos se presentaban por primera vez a los comicios municipales, y dos años después alcanzaban un inesperado éxito al obtener tres concejalías, rompiendo el bipartidismo y situándose como segunda fuerza política al superar a los liberales (6). La irrupción del republicanismo en el Ayuntamiento, convertido ahora en alternativa política, coincidía con su momento de mayor auge en la localidad y se configuraba como una plataforma política contra el caciquismo. Este movimiento intentaba también atender el problema social y patrocinaba la creación de sociedades obreras de signo reformista. El propio Arenas Vinagre acudía a los locales de estas sociedades para dirigirse a los trabajadores (7).
Pero el poder político y la representación institucional estaba en manos de unas familias de propietarios ligadas al partido conservador. Su representante más destacado era el cacique local Bartolomé Bohórquez Rubiales, quien tras ocupar la alcaldía ubriqueña iniciaba una carrera política que le catapultaba al Congreso de los Diputados para monopolizar la figura del encasillado en la circunscripción electoral de Grazalema entre los años 1899 y 1914. Inmerso en esta realidad, Arenas Vinagre no tardaba en conocer de cerca las prácticas caciquiles. Así, en febrero de 1907 se producía un extraño episodio que iba a afectar a los concejales republicanos y de los miembros de la Junta Municipal Republicana, quienes fueron acusados de “allanamiento de morada y sustracción de efectos”del propio local que ocupaba el Círculo Unión Republicana. El ayuntamiento, tras recibir el oficio del juez en el que se le comunicaba el procesamiento de los tres concejales, acordaba la suspensión de sus cargos. La logia no dudaba en denunciar estos hechos, en los que veía la mano del cacique, y los interpretaba como una maniobra para doblegar el movimiento republicano local. Por ello se dirigía a los órganos rectores de la masonería para denunciar que “cuando atendemos a despertar a un pueblo, un cacique nos persigue y por influencia se nos procesa sin causa justificada”. Finalmente, el proceso no se llevaba a efecto, pero resultaba igualmente confusa la resolución de la crisis. Porque ese mismo año los tres concejales republicanos presentaban su dimisión alegando “defectos de salud” (8) .
Pero esta escaramuza no sería la única que iba sufrir Arenas Vinagre por su condición de cabeza visible del republicanismo local. Así, en 1904 se le imponía desde el ayuntamiento una contribución extraordinaria de 150 pesetas de matrícula industrial como “empleante de cereales” (9) . La logia denunciaba una “ruin venganza por el delito de ser presidente de la Junta Municipal Republicana” puesto que nunca habría ejercido la citada actividad. Ese mismo año la Hacienda embargaba unas tierras que poseía su suegro en el término de Grazalema.
Un año después un nuevo episodio alcanzaba a doce quintos ubriqueños de 1905, entre ellos su propio hijo José, que serían blanco de las arbitrariedades de las autoridades militares. Los mozos se habían quejado de que con la cantidad que el ayuntamiento asignaba era imposible efectuar el viaje a la capital gaditana para incorporarse a filas. Y en vez de incorporarse en la fecha prevista, dirigieron sus reivindicaciones al alcalde, que se negó a recibirles. La Guardia Civil recibía la orden de detener y trasladar a Cádiz a los doce quintos en conducción ordinaria de presos, o sea, atados unos a otros, caminando y pernoctando en las cárceles del camino. Esta estampa, la popular cuerda de presos, no era ajena al paisaje de la España rural de la época, y provocó la indignación de los familiares de los jóvenes y de la población en general que consideró humillante que fuesen expuestos por buena parte de la provincia como delincuentes. El hecho de que algunos de ellos fuesen hijos de conocidos republicanos de la localidad nos puede ayudar a comprender que no era un acontecimiento aislado, sino la expresión de los antagonismos que se vivían en la localidad. Desde esta perspectiva la repercusión sería mayor. El sentimiento republicano se aglutinó al interpretar los hechos como represalias políticas y la solidaridad con los quintos ubriqueños, dentro y fuera de la localidad, no se dejó esperar. Incluso, lo pudieron constatar los mozos en algunos pueblos de su penoso camino a Cádiz. El asunto llegaba también a los periódicos, entre ellos La Unión de Jerez, dirigido por Moreno Mendoza, y Las Dominicales de Madrid. Pero fue, sin duda, el rotativo jerezano el que se ocupó más activamente de ello, llegando a calificar a los futuros soldados de “dignos de formar parte del ejército de la España republicana”. Y en un editorial titulado El delito de ser pobres, que era un duro alegato contra el sistema de reclutas que obligaba a los jóvenes ubriqueños a pagar el tributo “al que sólo los pobres están obligados con la patria”, proclamaba que los padres de los mozos tenían un medio para librar a sus hijos de este sufrimiento: “abdicar de sus ideales y entregarse al caciquismo” (10).
El Americano había nacido en Ubrique el 25 de julio de 1888. En 1901, cuando tenía 13 años de edad, su padre publicaba en el periódico jerezano La Unión Obrera un artículo titulado Carta a mi hijo en el que invitaba a sus descendientes a dirigir sus pasos “por el camino del bien humano (…) porque el hombre ha de tener un ideal” para que su vida no fuese estéril, “como esas tierras incultas, incapaces de criar ni las más modestas flores”, y le animaba a aunar esfuerzos para que algún día alumbrara “el sol de la República” (11). Arenas Guerrero quiso desde muy temprano seguir los pasos de su padre.
El 20 de febrero de 1908 la logia América participaba al Gran Consejo del Grande Oriente Español que el profano Manuel Arenas Guerrero había solicitado el ingreso (12). La iniciación y exaltación al grado de aprendiz se producía en la tenida celebrada el 12 de marzo. En esta ceremonia el neófito adopta un nombre simbólico que representa de alguna manera el ideal a seguir. El Americano elegía el del independentista filipino Rizal. El día 2l de marzo se informaba de todo ello al Gran Consejo de la obediencia (13). Arenas Vinagre en aquellos momentos ocupaba el cargo de orador y al frente del taller estaba, como venerable maestro, Juan Gómez Zarzuela, grado 3º. La logia ubriqueña tenía entonces 10 miembros y proclamaba su rechazo a la política del Gobierno de la nación por “el reaccionario proyecto del cínico Maura” porque perjudicaba a la masonería y daba alas a la reacción clerical puesto que con la “animadversión que hacia la Orden siente la Iglesia, de ser ley este absurdo tendremos al tribunal del Santo Oficio sobre nosotros”. Por lo que no dudaban en trabajar para atraerse a otras fuerzas no masónicas: “si creéis conveniente que debemos movilizar a los profanos darnos instrucciones pues estamos dispuestos a todo (…) a fin de impedir su aprobación cueste lo que cueste” (14).
Pero Arenas Guerrero iba a permanecer en el interior de América durante un período muy breve de tiempo puesto que sólo dos meses después se producía su viaje al nuevo continente. Y durante esta corta militancia demostraba tal impaciencia por abandonar su pueblo que las dignidades de la logia, ante el retraso de la obediencia en remitir el título acreditativo de su iniciación masónica, no dudaban en reclamar al Gran Oriente el envío urgente de la citada documentación, porque el retraso estaría dilatando la partida: “ya que uno de los hermanos tiene que ausentarse de estos valles no habiéndolo hecho por estar esperando todos los días, esperando que atenderéis este ruego, dispensándonos esta exigencia hija de la necesidad pues estamos perjudicándolo en sus intereses” (15). Sin duda, una vez iniciado, quería viajar a Argentina con toda la documentación necesaria para acreditar allí su condición de masón.
Embarque a Argentina
Finalmente, pudo embarcarse desde Gibraltar hacia el nuevo continente. Huía de una situación difícil por la persecución de que era objeto su familia. La vida no debía ser nada fácil para el hijo del máximo dirigente republicano y masónico de la localidad. En su precipitada salida de España debió influir también la amarga experiencia militar de su hermano José, quien después de su periplo por las cárceles de la provincia fue destinado al norte de África. Al parecer el propio padre animó a sus dos hijos menores a salir de España. Y su inminente llamada a filas habría precipitado su salida. Arenas Guerrero se embarcaba en mayo de 1908 y poco después era declarado prófugo por las autoridades militares españolas. Continuó figurando en la logia ubriqueña y aparece en el cuadro lógico de enero de 1909 todavía con el primer grado y ocupando el cargo de guarda del templo (16). Pero el 1 de mayo de ese año se comunicaba al Gran Consejo del Oriente que se le había dado de baja con la correspondiente plancha de quite (17) . Este documento era necesario para afiliarse a otro taller y había sido solicitado por el propio Arenas Guerrero desde Argentina. Su nueva logia en aquel país pertenecía a la misma federación española. Por lo que el venerable ubriqueño justificaba la baja “con el objeto de pasar a otro taller de la obediencia”. Sin embargo, la baja no llegaba a hacerse efectiva porque unos meses después, el 14 de febrero de 1910, América tenía que dirigirse de nuevo al Oriente para que avalara la concesión de la plancha de quite. Tras este trámite, el hermano Rizal podía recuperar su actividad masónica y afiliarse a una nueva logia (18). Su breve militancia ubriqueña habría actuado de puente para entrar en contacto con la masonería argentina.
Pero Arenas Guerrero no iba a ser el único miembro de la logia ubriqueña que recalaría en aquel país. Otros seguirían sus pasos. Así, sabemos que en 1915 llegaba a Buenos Aires Manuel Zamora Menacho, simbólico Ramón de Cala, grado 9º , iniciado en 1902, que había ocupado los cargos de secretario entre 1906 y 1912 y de tesorero en 1913. Una vez allí se afiliaba a la logia Unión Liberal de la capital argentina perteneciente al Grande Oriente Español (19).
Trabajo y negocio en Argentina
Los primeros años de El Americano en aquella república no debieron ser nada fáciles. Sabemos que desempeñó varios trabajos eventuales y conocemos también su paso por las ciudades de Buenos Aires y de Rosario de Santa Fe. Trabajó como dependiente de comercio, la profesión que había tenido en Ubrique. Pero por aquellos años Argentina era una tierra llena de oportunidades para personas con iniciativa. Un país sometido a una fuerte inmigración que acogía a cuantos arribaban del viejo continente. Por lo que poco después se producía la llegada de su hermano menor, Ángel. No tenemos ninguna constancia documental de que se hubiese iniciado previamente en la logia de Ubrique, como había hecho Manuel; en cualquier caso, ya en la ciudad de Buenos Aires, ingresaba también en la Orden para desarrollar una larga militancia masónica en la capital argentina.
Con el tiempo los dos hermanos pudieron crear su propio negocio, una tienda de tejidos que llamaron La Argentina. El negocio fue creciendo y se creaba la empresa Arenas Hermanos que poseía ya varias tiendas en la capital y tenía su sede central en Belgrano. Era una casa importadora de todo tipo de artículos de bonetería y mercería. Hacia 1921 los hermanos Arenas, aunque no ignoraban sus dificultades, se habían convertido en líderes del sector y se consideraban “los mejores que están en esta plaza”. Unos años después eran dueños de una fábrica de camisas que surtía a las tiendas de su propiedad y que estaba situada en la céntrica avenida bonaerense de Rivadavia (20). Al parecer obtuvieron una concesión del Gobierno argentino para surtir al ejército. Fueron años para Manuel de prosperidad económica y de felicidad en lo personal. Allí contrajo matrimonio con la francesa Luisa Dufour y en 1917 nació su único hijo llamado también Manuel.
Actividad societaria en Argentina
Sus años argentinos coincidieron con la actividad que desarrollaron grupos de andaluces. Algunos, como se ha explicado anteriormente, a pesar de la distancia, no iban a renunciar a incidir sobre la realidad española. Sabemos de la existencia de diferentes tertulias o círculos, aunque desconocemos los posibles lazos que pudieron existir entre ellos. En cualquier caso, de una de esas tertulias surgió el Centro de Hijos de Prado del Rey, constituido el 17 de febrero de 1917 (21). El 31 de septiembre de ese año, ante la buena acogida de esta iniciativa, se acordaba ampliar la sociedad para hacerla extensiva a toda la colonia gaditana con la fundación del Centro Cultural de la Provincia de Cádiz en Buenos Aires. Y en noviembre de 1919 el Centro dirigía un manifiesto a la “colectividad andaluza” para ampliar su base, pero no recibía la respuesta esperada (22) . Tampoco respondió de la misma forma la totalidad de la colonia gaditana, según los miembros del Centro, que se quejaban de su pasividad y dirigían sus quejas “a la colonia ubriquense que aún permanece indiferente ante la obra que venimos desarrollando”. Pero la institución pronto atrajo a otros socios, fundamentalmente originarias de otras localidades de la Serranía de Cádiz, como Benaocaz. Y así durante los años posteriores y debido al impulso de estos gaditanos de Buenos Aires se creaban dos sociedades para gestionar las bibliotecas populares instaladas en Prado del Rey y Ubrique. Además, la biblioteca de Ubrique quiso estar presente en las villas hermanas de Grazalema, Benaocaz y Villaluenga con el nombramiento de subcomisiones y de delegados en cada una de ellas para facilitar a sus vecinos la consulta y préstamos de libros (23).
Regreso a Ubrique (Cádiz), España
Durante estos años Arenas Guerrero tenía su residencia en la ciudad argentina de Rosario de Santa Fe, aunque tenía también dirección en Buenos Aires, el número 1115 de la calle Belgrano. Pero su sueño era regresar a Ubrique, donde el 16 de mayo de 1918 había muerto su padre sin conocer la tan ansiada república. En 1921 intentaba realizar un primer viaje a España pero tenía que desistir por la guerra de Marruecos. Sabemos que pudo volver dos años después por un corto período de tiempo para encontrarse con sus familiares. El 5 de febrero de 1925, se acogía a los beneficios del indulto que concedía el gobierno de Primo de Rivera ante el cónsul español en Rosario de Santa Fe. El antiguo desertor del servicio militar podía ahora regresar a España sin ningún tipo de obstáculo. Y sólo unos días después, el 18 de febrero, arribaba a la ciudad brasileña de Río de Janeiro para viajar hacia Portugal como escala previa para regresar a España. Pero parece que finalmente no podía embarcarse por la precipitación con que había preparado el regreso, sin tener en cuenta los plazos de los inevitables trámites burocráticos derivados de su situación militar. De vuelta a Buenos Aires, y transcurrido un mes, el 15 de marzo, solicitaba el concurso del alcalde de Ubrique para que pidiera a las autoridades militares de Cádiz la documentación acreditativa de que se había acogido al indulto, que le era “sumamente necesario” para realizar el viaje. A su vez, el 16 de abril el ayuntamiento ponía en conocimiento del presidente de la Comisión Mixta de Reclutamiento de Cádiz la nueva situación de su antiguo vecino para que le fuera comunicado el fallo de la citada comisión sobre la exclusión total de sus obligaciones militares (24).
Durante los años 1929 y 1930 tenemos documentada de nuevo su presencia en Ubrique, donde realizaba algunas inversiones, como la compra de un molino para la instalación de una industria para la fabricación de harina, pan y aceite. Tras lo cual regresaba al continente americano. Pero durante los primeros meses del régimen republicano iba a producirse su regreso definitivo. Viajaba ahora a su pueblo con su familia para instalarse de una manera permanente y ponerse al frente del molino de había adquirido. Una de sus primeras medidas fue proceder a efectuar una rebaja apreciable del precio del pan. Esta iniciativa unilateral provocaba, a su vez, que el resto de los industriales del sector tuvieran que reducir también los precios. Ello le granjeaba, nada más llegar, dentro de este gremio de industriales de la localidad, profundas enemistades. Pero la medida era especialmente celebrada por las clases populares en la calle y durante las fiestas de carnaval de 1932 era uno de los asuntos que sacaban las murgas en su repertorio para festejar de esta manera la iniciativa de aquel indiano que había regresado a su pueblo (25) . El Americano, como empezaba ya a ser conocido en Ubrique, con iniciativas como esta se ganó la estima de muchos. Solía también facilitar de una manera gratuita pan y aceite a las familias más necesitadas de la localidad, que hacían cola en la puerta de su casa.
Masonería y republicanismo
Pero el panorama político y social que se encontraba en su pueblo distaba mucho del que había conocido más de veinte años atrás. La antigua logia América había desaparecido hacía algunos años tras más de cuarenta de actividad y después de atravesar un largo período de crisis. El dirigente republicano Manuel Moreno Mendoza, que militó en ella durante muchos años, defendió en la asamblea de la Gran Logia Simbólica Regional del Mediodía de España de 1925 la trayectoria de un taller que había sido distinguido con el número uno de esta federación y que era considerado como el más antiguo de Andalucía, y había pedido que se le condonara la deuda que había acumulado y que se le eximiera de tributar a la obediencia dadas sus dificultades económicas. Pese a ello, América no pudo superar aquella coyuntura crítica y fue declarada disuelta por la federación el 15 de noviembre de 1927. Esta medida era ratificada el 23 de noviembre de 1928 (26). Durante sus últimos años de vida se había producido una renovación en el interior del viejo taller ubriqueño al acceder a los cargos de responsabilidad una nueva generación de miembros que desde los años veinte iban a entrar también en el ayuntamiento y adquirir un gran protagonismo durante los años de la Segunda República. Algunos de ellos impulsaron desde su creación La Biblioteca, adonde continuaron llegando durante los años de la dictadura de Primo de Rivera los más significativos republicanos de la localidad. Esta sociedad cultural durante el nuevo régimen, y debido a la creciente polarización dentro del movimiento republicano local, irá perdiendo presencia en la vida ubriqueña. Durante aquellos años, y antes de que Arenas Guerrero accediera a la presidencia del gobierno municipal, ocuparon la alcaldía ubriqueña dos miembros destacados de América y del centro cultural, José Esquivel Suárez y Francisco Vallejo Canto.
El republicanismo local llegaba a la década de los treinta, por tanto, dividido. El Círculo Republicano Socialista, heredero del antiguo Partido Republicano del padre de El Americano, había agrupado desde su creación en 1910 a diferentes fuerzas antidinásticas de la localidad, conviviendo en su interior radicales y socialistas. Pero la crisis que atravesaba el radicalismo a nivel nacional iba tener también su reflejo en Ubrique puesto que desde 1931 dos sectores republicanos de la localidad empezaron a disputarse sus siglas. Uno de ellos, liderado precisamente por Esquivel y Vallejo, ahora alcalde y teniente de alcalde del ayuntamiento, creaban el Círculo Instructivo Republicano Radical. Otro sector liderado por José Arenas Rubiales fundaba el Partido Republicano Radical. El enfrentamiento iba a recrudecerse durante los primeros meses del nuevo régimen cuando pugnaron por la herencia del radicalismo. Por otro parte, otro sector constituyó la Agrupación Socialista en agosto de 1931 (27).
En cuanto al movimiento obrero, Ubrique contó desde finales del siglo XIX con un obrerismo organizado merced al gran arraigo que llegaron a adquirir las sociedades anarquistas. Durante la coyuntura finisecular estas sociedades fueron desmanteladas y conocieron un período de crisis. El vacío orgánico era aprovechado por otras organizaciones de signo reformista próximas al republicanismo. Pero, tras unos años, los anarquistas recuperaron una hegemonía que iba a mantenerse durante todo el primer tercio del siglo XX. Y durante los años de la Segunda República existió un claro predominio de la CNT y, en menor medida, de la UGT (28) . Las sociedades adscritas al sindicato anarcosindicalista fueron mayoritarias entre la población obrera ubriqueña y llegaron a contar durante estos años con casi 1.500 afiliados (29) . Tras la proclamación de la República, todas las sociedades obreras de la localidad iban a dirigirse al Gobierno Provisional en demanda de una serie de reivindicaciones con motivo de la manifestación del primero de mayo de 1931 (30).
Actividad política y social
Arenas Guerrero, una vez instalado en Ubrique iba a recuperar poco a poco su actividad política y social. Aunque no llegaba a adquirir un gran protagonismo hasta 1934 cuando, dentro de la crisis abierta en el republicanismo local, iba a liderar el sector más izquierdista. En octubre de 1932 los integrantes de esta corriente habían constituido el Partido Republicano Radical Socialista Independiente, que encabezó en España Marcelino Domingo. Y tras su disolución se integraron en Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña. El Americano era elegido presidente de esta formación política en mayo de 1934. Coincidía allí con otros republicanos históricos, como José Arenas Rubiales, Bartolomé Pan Domínguez y Segundo Orellana Regordán (31) . El nuevo partido contaba además con una sección juvenil.
Tras el cambio de Gobierno y la subida al poder de los radicales de Lerroux con el apoyo de Gil Robles, la nueva situación política favorecía a los partidos más conservadores. Coincidía ello con el ascenso al poder de fuerzas no democráticas en algunos países europeos. En Ubrique el 3 de septiembre de 1934 los presidentes de las dos formaciones republicanas de oposición al Gobierno con implantación en Ubrique, Arenas Guerrero, por Izquierda Republicana, y Francisco Vallejo, por el Partido Radical Autónomo, junto con el dirigente de la Agrupación Socialista, Marcos León, solicitaban al gobernador civil de la provincia autorización para convocar una manifestación antifascista que debía transcurrir por las principales calles de la localidad el día 8 de septiembre. La elección de aquella fecha no era ninguna casualidad puesto que se hacía coincidir con los actos previstos en honor de la patrona de la localidad y la celebración de procesiones. El alcalde ubriqueño advertía al gobernador civil que ya estaban previstos los desfiles procesionales, y éste negaba la autorización (32). Por lo que la manifestación, finalmente, no llegaba a desarrollarse en aquellas fechas, pero su convocatoria reflejaba el antagonismo que se vivía en Ubrique entre amplios sectores de la población y que iban a activarse con mayor virulencia en los primeros meses de 1936. Durante aquel período la política encaminada a delimitar las esferas del Estado y de la Iglesia iba a ser encabezada por el partido de Arenas Guerrero.
En cualquier caso, las tres fuerzas políticas convocantes iban a configurar un año después el Frente Popular. El Americano participaba desde noviembre de 1935 en la campaña electoral para las elecciones legislativas de febrero del año siguiente. Además, el comité ubriqueño de Izquierda Republicana iba a llevar esa campaña a otras localidades serranas y organizaba una serie de mítines. Dirigía, asimismo, un manifiesto “A todos los republicanos y simpatizantes de las cuatro Villas hermanas” para solicitar su voto. Por ello el 28 de diciembre el comité presidido por Arenas Guerrero organizaba sendos actos electorales en las localidades de Benaocaz y Grazalema y un día después lo hacía en Ubrique bajo el lema de “Reconquistar el espíritu democrático y liberal de la República del 14 de abril desvirtuado tras el gobierno de la CEDA y los radicales de Lerruox”. En estos mítines intervenían, entre otros, los candidatos Manuel Muñoz Martínez y Francisco Aguado de Miguel (33). El acto de Ubrique se desarrollaba en los locales de la Casa del Petaquero, propiedad de la Sociedad de Obreros Marroquineros El Avance, de la UGT, y resultaba ser el más concurrido de una campaña muy disputada en la Serranía. En Ubrique, por ejemplo, estuvieron para pedir el voto algunos líderes nacionales como Ángel Pestaña por el Partido Sindicalista, o, en el otro extremo del espectro político, el fundador de Falange Española José Antonio Primo de Rivera.
Gestor del Frente Popular
Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero de 1936 el gobernador civil de Cádiz nombraba el día 21 una comisión gestora para el ayuntamiento de Ubrique compuesta por 5 miembros de Izquierda Republica – entre ellos Arenas Guerrero-, 5 de Unión Republicana y 4 del Partido Socialista. En la sesión constitutiva celebrada el día 21 de febrero se elegía alcalde a Francisco Vallejo (34) . El Americano participaba en la comisión de Hacienda y era elegido representante municipal en el Consejo Local de Primera Enseñanza. El 9 de marzo era comisionado junto con otro edil para visitar al gobernador civil y exponerle “la resistencia de algunos patronos para dar trabajo a los obreros”.
Desde entonces, y hasta el estallido de la guerra civil, El Americano iba a tener una gran relevancia en la vida política local siendo frecuentes sus intervenciones en las sesiones que celebraba el equipo municipal. Dentro de esta gestión podemos establecer al menos tres líneas de actuación, que se corresponden con algunos de los asuntos que siempre le preocuparon, como pueden ser la educación, la recuperación del espíritu y la simbología republicana y la disminución del poder de la Iglesia profundizando en su estricta separación del Estado. Esta última cuestión será la más espinosa por la tensión anticlerical que se vivía en Ubrique y que ahora se quería encauzar desde el gobierno municipal.
En la sesión del 16 de marzo daba lectura a una memoria que recogía “sus observaciones en la enseñanza, que el Consejo escuchó con satisfacción por ser prueba del celo con que dicho señor se ocupa de ello” (35). Y conocemos algunas iniciativas suyas para mejorar la situación de las escuelas. Sus propuestas estaban dirigidas a efectuar mejoras en las instalaciones escolares, a la adquisición de material o a la creación de premios escolares para incentivar a los alumnos. Así, el 30 de marzo pedía al ayuntamiento un esfuerzo económico para “que la asistencia a la escuela sea completa y cantidades necesarias con carácter urgente”. Y el 6 de abril conseguía que la comisión de Hacienda presentara un informe al pleno municipal, que era aprobado por unanimidad, para incrementar el presupuesto destinado a la educación (36) . También impulsaba el proyecto para la construcción de un nuevo grupo escolar o daba los primero pasos para sustituir la enseñanza religiosa.
Asimismo, destacaba su iniciativa para recuperar la simbología republicana en las calles mediante un cambio en el nomenclátor. El 16 de marzo proponía el cambio de 16 calles y plazas que, tras pasar por la comisión correspondiente, fue aprobado siete días más tarde. El nuevo callejero quería plasmar el cambio operado en España tras las elecciones de febrero de 1936, recuperando para ello algunos nombres o acontecimientos que rendían tributo a la tradición liberal, progresista o republicana de los siglos XIX y XX y a algunos ilustres masones (37) .
Pero el mandato de esta corporación iba a estar muy condicionada por la problemática religiosa. La existencia de una comunidad de Capuchinos en la localidad incrementaba aún más la tensión anticlerical. El Americano intervenía para apoyar una iniciativa tendente a exigir la retirada de los símbolos religiosos de cualquier edificio de la vía pública y que se citara a sus propietarios; también proponía que el ayuntamiento no se hiciera cargo de las luces que no fuesen destinadas al alumbrado público, en clara referencia a los edificios religiosos. Asimismo, los gestores de Izquierda Republicana conseguían que se solicitara al Estado la cesión gratuita de una ermita de la localidad considerada en ruinas para su demolición y aprovechamiento por el municipio. La corporación también prohibía la colocación de palmas procedentes de ceremonias religiosas que algunos particulares ponían en sus balcones al estimar que se trataba de un “signo religioso” y aprobaba, “atendiendo a deseos y quejas recibidas del vecindario”, la reglamentación del uso del toque de campanas (38) .
Pero los sentimientos anticlericales de una parte de la población derivaron el 18 de abril en la destrucción de obras religiosas y del mobiliario de las iglesias de la localidad y del convento de Capuchinos. El Ayuntamiento se encontró desbordado por estos acontecimientos y tuvo que decretar la expulsión de la comunidad de frailes. El propio alcalde presentaba la dimisión. Le sucedió José Arenas Rubiales quien intentaba practicar ahora una política conciliadora. Pese a todo El Americano pedía “la cesión al Ayuntamiento de los edificios que estaban destinados antes al culto católico”. Otro edil señalaba que esa petición estaba en el programa de las sociedades obreras que iba a ser enviado al Gobierno con motivo del primero de mayo. La propuesta era aprobada por unanimidad (39) . Posteriormente Arenas Guerrero visitaba el antiguo convento para estudiar su adaptación como centro escolar.
Pero el nuevo alcalde tenía que dimitir también el 9 de julio debido a la presión popular a la que se vio sometido. Unos días antes los concejales socialistas habían presentado su renuncia – que no sería aceptada- por las discrepancias existente en el seno del gobierno municipal (40) .
Alcalde
En esta coyuntura crítica, se recurría a la figura integradora de El Americano, que el mismo 10 de julio era elegido alcalde con el objetivo de atemperar tensiones. En su discurso de toma de posesión se dirigía a toda la corporación para manifestar que era consciente que accedía al cargo en unas circunstancias difíciles y lo aceptaba por “disciplina y amor a la República”. Y hacía un llamamiento a todos para mantenerse unidos y serenos para defender “los derechos personales de todos los ubriqueños, amparando y ayudando a la clase trabajadora” (41). Pero Arenas Guerrero apenas iba a tener margen alguno para llevar a cabo esta política integradora.
El único acto institucional al que asistió fue el 12 de julio en Cádiz, adonde acudió para participar en una asamblea de alcaldes de la provincia para reclamar del Gobierno de la nación una efectiva lucha contra el paro obrero. A esta asamblea, que estuvo presidida por el gobernador civil Mariano Zapico, acudieron un total de 35 alcaldes. Y el diputado Manuel Muñoz Martínez prometió trasladar las inquietudes de los allí reunidos a las Cortes. Los asistentes redactaron unas conclusiones que una comisión elegida en su seno debía llevar a Madrid. Intervino también Blas Infante, que aprovechaba la presencia de los alcaldes gaditanos para solicitar su apoyo en su lucha por el estatuto de autonomía para Andalucía y para proceder a izar oficialmente la bandera blanca y verde (42) .
Golpe de Estado
El estallido de la guerra civil le sorprendió en su pueblo. Al parecer el Ayuntamiento celebraba sesión el mismo 19 de julio, aunque no se llegaba a confeccionar el acta correspondiente. Pero dado lo excepcional de la situación, en la localidad se creaba el denominado Comité de Defensa de la Villa de Ubrique formado, sobre todo, por los representantes de las sociedades obreras que asumieron el control efectivo de la localidad para organizar la resistencia frente a los sublevados y asegurar el abastecimiento de la población. Este organismo estuvo presidido en un primer momento por Andrés García, de la UGT y, posteriormente, por el teniente de alcalde socialista Marcos León López, mientras que Arenas Guerrero permanecía al margen. El día 24 de julio dirigía una carta a su primer teniente de alcalde para que se hiciese cargo provisionalmente “de la jurisdicción y despacho de esta Alcaldía” por encontrarse imposibilitado por enfermedad según certificado médico que adjuntaba (43) . El 26 la población rechazaba un primer ataque pero al día siguiente Ubrique era tomado por fuerzas sublevadas llegadas de Jerez. Previamente un avión había lanzado unas octavillas amenazando con bombardear la villa si no se producía su rendición (44) .El Americano era detenido durante los primeros momentos en su antiguo domicilio de la calle Torre, adonde había buscado refugio. Fue encarcelado y torturado en los calabozos municipales. Durante aquellos días fue obligado a firmar numerosos documentos que fueron utilizados para saquear sus cuentas bancarias y tuvo que ver también cómo, junto a él, era encarcelado su hijo de 18 años.
Fusilamiento e incautación de bienes
Finalmente, y ya enfermo, durante la madrugada del 14 de agosto, era sacado del ayuntamiento junto a otros detenidos – entre ellos su hijo Manuel- y conducido a la vecina localidad de Benaocaz para ser fusilado. En el último momento el hijo, a quien iba atado, pudo bajar del camión que los transportaba y escapar así de una muerte segura gracias a la presión de unos vecinos que, aprovechando que el vehículo tuvo que efectuar una parada frente al cuartel de la Guardia Civil, advirtieron que el joven conservaba la nacionalidad argentina. El Americano, sin embargo, fue fusilado aquella misma madrugada en el interior del cementerio de Benaocaz junto a 17 personas más y enterrado en una fosa común para borrar su memoria (45). Se trataba del primer contingente de ubriqueños fusilados durante aquel verano de 1936. Tras ello su viuda Luisa Dufour y su hijo Manuel pudieron salir de España a través de Gibraltar para embarcarse hacia Argentina, precisamente el mismo camino que había tomado él mismo muchos años antes, pero en esta ocasión para abandonar este país para siempre (46).
El 11 de septiembre de 1936 el general de la 2ª División Orgánica y del Ejército de Operaciones de Andalucía dictaba un bando para la incautación de bienes “pertenecientes a individuos que directamente o indirectamente se habían opuesto al movimiento nacional iniciado por el ejército”. En cumplimiento de este bando, el nuevo ayuntamiento de Ubrique remitía sólo seis días más tarde a la Comandancia Militar de esta localidad un oficio manifestando que el antiguo alcalde se encontraba comprendido en el citado bando por su actuación en la vida pública. El oficio se acompañaba de una relación de sus propiedades, que se consideraba todavía incompleta puesto que, según se decía, se habían emprendido “más investigaciones sobre el particular” (47) .
Posteriormente, el boletín oficial de la provincia del 22 de octubre del mismo año publicaba un edicto de incautación de los bienes de Manuel Arenas Guerrero (48) . Era el procedimiento seguido para legalizar de alguna manera el saqueo del que había sido víctima y que había comenzado tras su detención. Tal medida, que en Ubrique afectaba también a otro edil de Izquierda Republicana, Bartolomé Pan Domínguez, quería justificarse con el argumento de que “habían contribuido de manera activa en un alzamiento contra el movimiento militar”. Se trataba de un ejemplo de lo que se ha denominado “justicia al revés”. Esta aberración jurídica fue utilizada por los sublevados para condenar a muchas personas que no podían ser acusadas de nada puesto que lo único que habían hecho era mantenerse fieles a la legalidad constitucional.
Por otra parte, el 27 de octubre de 1936 el comandante militar de Ubrique, que ya había iniciado el expediente de confiscación de sus bienes, solicitaba de la Comisión Gestora Municipal más información sobre su actuación política o social y preguntaba si se le podía considerar comprendido en algunos de los casos contemplados en el artículo primero del bando. Asimismo, instaba a los gestores a presentarse en la Comandancia para prestar declaración. En su contestación del 30 de octubre la Comisión Gestora no dudaba en considerar al antiguo alcalde comprendido en el citado artículo del bando (49).
Dos años más tarde, el 25 de noviembre de 1938, el cónsul argentino en Cádiz, a instancia de sus familiares, solicitaba al primer edil ubriqueño información sobre el estado o paradero de Arenas Guerrero (50) , sin que nos conste que hubiese respuesta. El 5 de junio de 1940 el juez instructor provincial del Juzgado de Responsabilidades Políticas de Cádiz, dependiente del Tribunal de Sevilla, se dirigía al alcalde ubriqueño en demanda de información sobre el inculpado y de sus familiares más directos y el “valor aproximado de los bienes que se le embargaron”. Pero, pese a este requerimiento judicial, la carta tampoco era contestada. Por lo que de nuevo el titular del Juzgado volvía a dirigirse el 10 de julio al primer edil para recordarle que en caso de no recibir contestación en breve plazo haría uso de las facultades que le confería la ley. La contestación era un breve informe que se confeccionaba ese mismo día y que firmaba el jefe de la Guardia Municipal (51) .
En este informe se estimaba que el valor aproximado de los bienes que se le habían incautados ascendía a 195.000 pesetas. Sin embargo, pese a lo elevado de esta cifra, distaba todavía mucho de ser real. Según consta en la documentación consultada, muchas de sus propiedades desaparecieron antes de que pudieran ser embargadas. Además, en la estimación que se hizo no se recogieron todos los bienes incautados, como ciertas cantidades que figuran como “donativos de Falange”. Uno de estos “donativos”, por ejemplo, ascendía a 25.000 pesetas. Por lo que el montante final de lo que le fue sustraído debía ser mucho mayor de lo que se declaraba. Algunas fuentes de la época hacen una estimación mucho más elevada del valor de sus propiedades (52) .
En el informe que se enviaba al juez instructor se reiteraba que, tras unas averiguaciones que se habían practicado, se ignoraba el paradero de Arenas Guerrero. Desde entonces, El Americano, fusilado sin formación de causa y enterrado sin el procedimiento judicial de levantamiento de cadáver, será oficialmente un desaparecido.
Finalmente, y a iniciativa de sus propios familiares que no cejaron en el empeño, el Juzgado de Primera Instancia de Grazalema tramitó el expediente correspondiente y aprobó en autos de fecha 24 de diciembre de 1940 la inscripción de su defunción. Por ello el 26 de diciembre, más de cuatro años después de su muerte, el juez municipal de Ubrique Fermín Sánchez Guerrero procedió a la inscripción en el registro civil de esta localidad de la defunción del último alcalde republicano de Ubrique. En este documento oficial se recoge que murió en Benaocaz a causa de un “choc traumático” a las 2 horas del 14 de agosto de 1936 y que recibió sepultura en el cementerio de esta localidad (53).
A su trágica muerte siguió el silencio y el olvido. Sin embargo, su figura, junto a la de otros muchos que corrieron idéntica suerte, cierra un largo capítulo de la historia de esta población gaditana que se remonta a la segunda mitad del siglo XIX y que está llena de personajes, la mayoría hoy anónimos, que construyeron una larga tradición democrática y de lucha por las libertades. Arenas Guerrero defendió a lo largo de su trayectoria pública la transformación de la sociedad española sobre la base de la democratización y la justicia social y contribuyó a la conquista de los derechos civiles. Su paso por la República Argentina durante más de veinte años no hizo sino reforzar unas ideas que había conocido en su pueblo y que defendió a través de su militancia política y masónica.
Viuda e hijo en Argentina
Por otra parte, la viuda y el hijo de El Americano, tras llegar a Buenos Aires, emprendieron una nueva vida. Y, decididos a no volver jamás a un país que se había mostrado tan ingrato, liquidaron las últimas propiedades que habían conservado en España (54) rompiendo de esta forma los últimos lazos que le quedaban en Ubrique. Por lo que su rastro se perdió, incluso para sus propios familiares españoles, durante setenta años. Hasta que por fin en octubre de 2006 familiares de un lado y otro del Atlántico consiguieron reanudar los contactos que la guerra interrumpió.
Tras este reencuentro intentan reconstruir su historia. Hoy sabemos que el hijo de El Americano, Manuel Arenas Dufour, se casó en 1941 en Argentina con una española de origen gallego, Lourdes Sánchez Castro, y tuvo un hijo. Vivieron en la localidad de Banfield, a unos 20 kilómetros de Buenos Aires en una casa que había adquirido años atrás El Americano. Trabajó durante algún tiempo en la General Electric y posteriormente tuvo un comercio en su propio domicilio dedicado a la venta de materiales eléctricos y reparación de radios y televisores. Y aunque nunca llegó a cursar la carrera de ingeniero industrial , que tenía previsto iniciar en 1936, se preocupó durante toda su vida de formarse y aprender cosas nuevas. Sabemos también que pese al tiempo y la distancia, no olvidó nunca el entorno ubriqueño puesto que, según cuentan sus descendientes, solía acudir todos los años a las sierras cordobesas cuyos paisajes le recordaban los de la serranía gaditana que siempre conservó en su retina. Murió en Banfield el 29 de agosto de 1987 . La viuda de El Americano, que siempre vivió con su hijo, había fallecido en la misma ciudad once años antes, en agosto de 1976 (55).
Notas
1 Este artículo está basado en otros trabajos anteriores del mismo autor sobre la figura de Arenas Guerrero: “El Americano”, El Periódico de Ubrique, nº 10 y 11, 12 y 20 de enero de 2004; y “Manuel Arenas Guerrero, El Americano (1888-1936). Un republicano y masón de Ubrique en Argentina”, en CASAS SÁNCHEZ, J. Luis y DURÁN ALCALÁ, coords: Actas III Congreso sobre el republicanismo. Los exilios en España (siglos XIX y XX), Priego de Córdoba, Patronato Niceto Alcalá-Zamora y Torres, 2005, pp. 641-664; MORALES BENÍTEZ, Antonio: “Último alcalde republicano de Ubrique, Manuel Arenas Guerrero El Americano”, en MORENO TELLO, Santigado (coord.): La destrucción de la democracia. Vida y muerte de los alcaldes del Frente Popular en la provincia de Cádiz. Sevilla, Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía, 2012, vol. II, págs. 443-471.
2 CONTRERAS PÉREZ, Francisco: “El río revuelto de la emigración: El papel de las agencias gibraltareñas a principios de siglo”, en Almoraima, nº 16, Algeciras, Mancomunidad de Municipios, 1996, pp. 63-73.
3 Ibidem.
4 MORALES BENÍTEZ, Antonio: “Manuel Arenas Vinagre, líder republicano y masón de Ubrique”, Papeles de Historia, nº 2, Ubrique, 1990, pp. 139-146; y “Manuel Arenas Vinagre. Un reformador social en el tránsito del siglo XIX al XX”, en Ubrique Información, 11, 18 y 25 de junio de 2003.
5 MORALES BENÍTEZ, Antonio: Prensa, masonería y republicanismo. Manuel Moreno Mendoza (1862-1936) y la masonería jerezana, Jerez, Servicio Publicaciones del Ayuntamiento, 2008.
6 Archivo Municipal de Ubrique (AMU), leg. 1.636, Expedientes electorales, Elecciones municipales.
7 El manuscrito de una de estas charlas titulado Obrero, medita y obra se conserva en el expediente de la logia ubriqueña en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. También aparecía publicado en La Unión Obrera, nº 148, de 13 de febrero de 1902, p.1; y un extracto se publicaba también en el Boletín Oficial del Gran Oriente Español, nº 119, 21 de marzo de 1902.
8 Boletín Oficial de la Provincia de Cádiz, nº 104, 10 de mayo de 1907,p. 1. La comisión provincial de la Diputación aceptaba las renuncias presentadas por defectos de salud.
9 AMU, Secretaría, Expedientes personales, Fallecidos, letra A.
10 La Unión, nº 45, 25 de marzo de 1905, p. 1.
11 La Unión Obrera, nº 93, 5 de julio de 1901, p. 4.
12 Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca, Masonería, leg. 744-A-1. Plancha de la logia al Gran Consejo de la obediencia de 29 de febrero de 1908. El escrito aparece firmado por el venerable maestro Juan Gómez Zarzuela, gr. 3º y por el secretario Manuel Zamora Menacho, gr. 3º.
13 Ibidem, Plancha de 21 de marzo de 1908.
14 Ibidem, Plancha de 23 de marzo de 1908.
15 Ibidem, Plancha 13 de mayo de 1908. Existió otra carta anterior remitida a la obediencia el 27 de abril en la que se expresaba la preocupación porque los títulos pudieran haberse extraviado : “esta irregularidad de fecha creemos que será extravío de correos, y por si los títulos han sido remitidos lo ponemos en vuestro conocimiento hayan sufrido la misma suerte pues no lo hemos remitido”.
16 Ibidem, Plancha 6 de enero de 1909.
17 Ibidem, Plancha 1 de mayo de 1909.
18 Ibidem, Plancha 14 de febrero de 1910.
19 Manuel Zamora Menacho nació en Ubrique en 1878 y murió en Buenos Aires en el año 1938.
20 En 1921 la dirección de la central de La Argentina era Belgrano 1115, U.T. 4871, Rivadavia; y la de la sucursal Defensa 952, U.T. 3456 B. En 1925 Arenas Hermanos tenía la fábrica en Bdo. De Irigoyen 469, U.T. 37 Rivadavia 4977.
21 Boletín, Órgano de las Sociedades Culturales de Ubrique y Prado del Rey, nº 5, Prado del Rey, octubre de 1922.
22 Ibidem, artículo Reflejos de la obra cultural. Sección de Buenos Aires. Datos biográficos del Centro Cultural de la Provincia de Cádiz, se recogía los orígenes del centro y sus primeros años de vida, y en el titulado Felicitación se decía “Es para decir, que siendo muy numerosa la colonia andaluza y sin embargo de haberle hecho llamados de prensa y en manifiestos publicados, que se hayan hecho los sordos o indiferentes en prestar su concurso a una obra tan noble y tan digna como la que aquí se efectúa, y solo haya sido librada a la voluntad de cuatro gatos”.
23 En Ubrique los primeros pasos se dieron en 1920 con la creación de la comisión organizadora en la que iban a estar presentes varios miembros de la logia América. Y resulta encomiable la labor desarrollada por estos centros impulsados desde Argentina en la serranía gaditana. El centro ubriqueño, que tenía como objeto difundir y popularizar la cultura, operó hasta los años de la Segunda República, convirtiéndose en una de las instituciones más destacadas de la vida ubriqueña de los años veinte y treinta. Durante muchos años fue la única alternativa cultural al facilitar la lectura a numerosas persona.
24 AMU, Expedientes personales, Letra A, Expediente personal de Manuel Arenas Guerrero.
25 La letra de una de estas murgas que nos ha llegado a través de la memoria popular decía: “El 29 de abril/ señores pon atención/ se abrió una panadería/ que hoy causa admiración. / Como era un caso grande/ al momento preguntamos/ y nos dijeron que era/ de un valiente americano./ Nosotros le agradecemos/ y gritamos con afán/ ¡viva ese gran americano/ que nos ha bajado el pan!”.
26 Actas de las asambleas anuales de la Gran Logia Regional del Mediodía de España de los años 1925, pp. 26-27; 1927, pp. 44-45; y 1928, pp. 24-27, Sevilla, Tipografía Minerva.
27 SÍGLER SILVERA, Fernando: “El voto (y la abstención) en libertad. Las elecciones de la II República en un núcleo rural: Ubrique”, en Papeles de Historia, nº 3, Ubrique, enero 1994, pp. 159-190.
28 SÍGLER SILVERA, Fernando: “Reforma Social y actividades revolucionarias en la Sierra de Cádiz: Ubrique, 1900-1936”, en ÁLVAREZ JUNCO, José y otros: El movimiento obrero en la historia de Cádiz. Cádiz, Diputación provincial, 1988, pp. 209-238.
29 MAURICE, Jacques: El anarquismo andaluz. Campesinos y sindicalistas, 1968-1936, Barcelona, Editorial Crítica, 1990, pp. 33. Este autor dice que la CNT tenía en el año 1936 en Ubrique un total de 1.423 afiliados.
30 AMU, Expedientes Impersonales, leg. 529, Sociedades Obreras. Las organizaciones Centro Obrero de Agricultores, Sociedad de Obreros Zapateros, Sociedad de Curtidores y Sociedad de Obreros Petaqueros después de reunir a más de 2.000 manifestantes en las calles con motivo del primero de mayo de 1931 se dirigieron al alcalde para que trasmitiera al Gobierno provisional de la República sus reivindicaciones. Un año más tarde existía, además, en la localidad la Sociedad de Obreros Albañiles, Sociedad de Hortelanos y la Sociedad de Obreros Panaderos.
31 Ibidem , Expedientes Impersonales, leg. 529, Sociedades políticas, partido de Izquierda Republicana, Acta de Constitución, 28 de mayo de 1934.
32 Ibidem Expediente Petición por los Presidentes de las Asociaciones políticas Agrupación Socialista, Asociación Local Izquierda Republicana y Partido Republicano Radical Autónomo de la celebración el 8 de septiembre de 1934 y hora de las 10, de una manifestación antifascista, en la vía pública. El gobernador se dirigía al alcalde de Ubrique el 6 de septiembre para manifestarle que esperaba “de esa Alcaldía que en este asunto desarrolle el mayor tacto y discreción, al objeto de evitar derivaciones desagradables, dado el carácter político de los Organismos antes mencionados”.
33 Ibidem , Sociedades Políticas, Exp. Izquierda Republicana. Convocatoria firmada por el comité de Izquierda Republicana de Ubrique, diciembre de 1935.
34 Ibidem, Actas Capitulares, leg. 21, sesión 21 de febrero de 1936.
35 Ibidem, sesión 16 de marzo de 1936. punto 15º.
36 Ibidem, sesión 30 de marzo de 1936. punto 10º.El vocal de enseñanza daba cuenta de que sus gestiones habían encontrado el apoyo del profesorado; y sesión 6 de abril de 1936, punto 8º. Se aprobaba el gasto “para reparaciones en el material de la Escuela y adquisición de libros para premiar a los alumnos”.
37 Ibidem , sesión 16 de marzo de 1936, punto 9º; sesión 23 de marzo de 1936, punto 4º; y Policía Urbana, leg. 853, Expediente con motivo de la propuesta de Manuel Arenas Guerrero para cambiar los nombres de varias calles (1936), El nuevo callejero aprobado era el siguiente: Periodista Silva, General Riego, Asturias, Ruiz Zorrilla, Rafael Guillén, Concepción Arenal, Torrijos, Eduardo- que sustituía a San Eduardo-, Mariana Pineda, Nicolás Salmerón, Manuel Azaña, Plaza 16 de Febrero, Sargento Vázquez, Giordano Bruno, Avenida 14 de Abril, que sustituía a Avenida Alejandro Lerroux. ,
38 Ibidem, sesiones 2 de marzo de 1936, punto 14º; 23 de marzo de 1936, punto 5º y 30 marzo de 1936, puntos 3º, 4º y 5º
39 Ibidem, sesión 27 de abril de 1936, punto 12º.
40 Ibidem , sesiones 22 de junio de 1936, punto 4º, y 9 de julio de 1936.
41 Ibidem, sesión de 10 de julio de 1936.
42 RODRÍGUEZ CABAÑAS, Antonio: Blas Infante en Cádiz. Julio de 1936. Cádiz, Diputación provincial, 1996. Debido a este viaje Manuel Arenas no pudo asistir a la sesión que celebró el ayuntamiento el 13 de julio. De la sesión celebrada el 19 de julio no se llegaría a transcribir el acta.
43 Ibidem, Expedientes Personales, letra A, Expediente personal de Manuel Arenas Guerrero. La carta tiene el membrete de la Alcaldía Constitucional de Ubrique y registro de entrada en el ayuntamiento. El certificado médico decía que presentaba “fiebre alta, bronquitis aguda y trastornos cardiacos” .
44 SÍGLER SILVERA, Fernando: “Resistencia republicana y Guerra Civil en Ubrique”, Papeles de Historia, nº 2, Ubrique, 1990, pp. 55-78.
45 Testimonios orales recogen que dos vecinos de Benaocaz fueron obligados a cavar las fosas y efectuar los enterramientos. Uno de ellos, pastor de la localidad, cifró en 18 el número de fusilados esa madrugada y reconoció el cuerpo de Arenas Guerrero junto al de otros ubriqueños. Otra tradición oral recoge que El Americano quiso encarar la muerte de frente ya que en el último momento pidió que no le vendaran los ojos ni estar de espaldas para poder mirar directamente a aquellos que iban a acabar con su vida. La familia tuvo conocimiento de su muerte al día siguiente por una mujer de Benaocaz que se desplazó a Ubrique. La camisa ensangrentada que llevaba puesta en el momento de su muerte acabó en manos de su viuda e hijo y formó parte del escaso equipaje que se llevaron a la Argentina.
46 MORALES BENÍTEZ, Antonio: “El Americano”, op. cit.
47 AMU, Expedientes Personales, leg. 547, Exp. Incautación de bienes de marxistas por el Movimiento en 18 de julio de 1936.
48 En el Boletín nº 254 de 22 de octubre de 1936 aparece con el número 2.817 el edicto de incautación de los bienes de Manuel Arenas Guerrero.
49 AMU, Expedientes personales, letra A, Exp. personal de Manuel Arenas Guerrero.
50 Ibidem, La carta era enviada por el cónsul argentino Agustín Picardo Canciller al alcalde ubriqueño de un modo particular puesto que junto al membrete del consulado aparece subrayado ese término, careciendo también de registro de salida en esa legación, así como de entrada en el propio ayuntamiento. Se señalaba que se trataba de conocer el paradero del “ex alcalde de esa ciudad” .
51 Ibidem, informe del Jefe de la Policía Municipal de 12 de julio de 1940.
52 FRAY SEBASTIÁN DE UBRIQUE: Historia de la villa de Ubrique. Sevilla, Tipografía la Divina Pastora, 1944. El autor, el clérigo ubriqueño Antonio Carrasco Cides, testigo de los hechos, decía de Arenas Guerrero: “Tenía este hombre funesto 347.000 pesetas en cuenta corriente en un banco de Jerez y el resto hasta millón y medio en fincas. Le hicieron firmar el recibo para sacar una gran cantidad de dicho banco, y, previo juicio sumarísimo, lo fusilaron (…) Varios días después su mujer y su hijo arruinados emprendían el camino a la Argentina”.
53 Archivo del Juzgado de Ubrique, Registro Civil, Libro de Defunciones, nº 184, 26 de diciembre de 1940. El expediente fue tramitado a instancias de Antonio Benítez Vegazo, industrial de la localidad casado con la hermana María de El Americano. En el registro aparece que Arenas Guerrero había tenido su domicilio en la calle Sagasta nº18, de profesión industrial, casado con Luisa Duffour Maunguet y con un hijo. Estuvieron en la inscripción en calidad de testigos Juan Suárez Rodríguez y José Ríos Domínguez vecinos de Ubrique.
54 Según testimonios familiares, oficialmente las “responsabilidades políticas” de El Americano quedaron liquidadas con la suma aproximada de 50.000 pesetas. Tras lo cual su viuda e hijo, ya en Argentina, pudieron recuperar parte de sus propiedades. Pero como no iban a regresar, un vecino de Benaocaz, que respondía al nombre de Federico y que había desempeñado el puesto de secretario del ayuntamiento de Puerto de Santa María, viajó hasta Buenos Aires para adquirir estas propiedades de mano de los legítimos herederos para después venderlas en España por una suma mucho mayor.
55 MORALES BENÍTEZ, Antonio y SÍGLER SILVERA, Fernando: Después del olvido. Sublevación militar, resistencia republicana y represión en la guerra y la posguerra. Memoria histórica de Ubrique (Cádiz). Ubrique, Asociación Papeles de Historia-editorial Tréveris, 2006, pp. 77-79.