Texto: Fernando Sígler
Uno de los objetivos del proyecto “Exilio transoceánico”, que desarrolla la Casa de la Memoria La Sauceda con el patrocinio de Iberarchivos, es rescatar la memoria de los republicanos andaluces que se refugiaron en Argentina tras el inicio de la sublevación militar contra la Segunda República. En esta ocasión abordamos un caso emblemático, el del maestro de instrucción primaria Daniel Candel López, que impartió su magisterio en Algeciras, donde además practicó su militancia en la masonería, dentro de la logia Trafalgar, en la que se inició en 1931. Aunque nacido en Chinchilla (Albacete) el 3 de mayo de 1905, puede ser considerado un andaluz de adopción pues fue en esta tierra donde desarrolló su actividad profesional y societaria. En Algeciras, donde residió en el n.º 18 de la calle Sagasta, ejerció de director de la Escuela del Pósito Marítimo Terrestre.
Tras el golpe de Estado de 1936, huyó a Gibraltar y a Tánger y seguidamente marchó al exilio en Argentina, donde falleció el 24 de abril de 1963.
Para abordar una semblanza de esta personalidad cabe documentarse en primer lugar en dos libros disponibles para su lectura en la Biblioteca Javier Núñez Yáñez de la Casa de la Memoria La Sauceda, en Jimena de la Frontera (Cádiz). El primero de ellos es una obra literaria en la que aparece el personaje real de Daniel Candel. Se trata de Los hermanos de mi taller, de Jesús Castro García, editado en 2005. Este libro está catalogado en esta biblioteca con el número 669. El segundo es una monografía de Antonio Morales Benítez titulada La masonería en el Campo de Gibraltar (1902-1942). Un espacio de libertad con una nueva sociabilidad democrática, editada en 2018 por la Universidad de Cádiz dentro de la colección Faro de la Memoria, que dirige Francie Cate-Arries, y presentada en 2019. Esta obra está catalogada en esta biblioteca con el número 2456.
En un pasaje de la novela de Jesús Castro se describe así al personaje: “Hombre de gran prestigio, maestro nacional en su vida profana, simbólico Rousseau en la verdadera”.
Por su parte, en el libro de Antonio Morales Benítez, que está basado en su tesis doctoral, se explica que Daniel Candel López fue maestro nacional y pedagogo y que tuvo como nombre simbólico Rousseau en la masonería, en la que alcanzó el grado 3º en el año 1932. Era sobrino de Agustín Candel Cano, también maestro nacional y miembro de la masonería, dentro de la logia Trafalgar, y militante del Partido Republicano Radical Socialista y luego de Izquierda Republicana, siendo depurado del magisterio tras el triunfo de la sublevación contra la República y condenado a cadena perpetua. De Daniel Candel López detalla Antonio Morales que fue un “defensor del laicismo en la enseñanza”. Tras ser asesinado su padre, Rafael Candel, al comienzo de la guerra civil, logró huir primero a Gibraltar y luego a Tánger, para seguidamente exiliarse en Argentina.
En una escuela de la ciudad de Comodoro Rivadavia del país sudamericano pudo ejercer de nuevo su magisterio. Además, colaboró en algunas publicaciones periódicas y en Buenos Aires publicó el libro Los derechos del niño (ensayo pedagógico que pretende ser aleccionador), editado en 1939 por Res Non Verba, con prólogo de Manuel Blasco Garzón, que había sido ministro del Frente Popular.
De este libro de Daniel Candel, de 125 páginas, existe una copia digitalizada en el Archivo de la Casa de la Memoria.
Otra fuente de primer orden para documentar la trayectoria de Daniel Candel López es la proporcionada por una sobrina nieta, Desirée Alba Navarrete, miembro de la Asociación de Memoria Histórica de Puebla del Río (Sevilla), quien en abril de 2019 visitó la Casa de la Memoria La Sauceda y aportó diversa documentación sobre antepasados suyos represaliados. Uno de los documentos aportados por ella es una copia del procedimiento judicial que siguió contra él el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (Juzgado Especial n.º 3), que archivó provisionalmente estas actuaciones el 23 de noviembre de 1945, al considerar al encartado en “ignorado paradero” (Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca, Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo, exp 13462). La copia digitalizada de este expediente ha sido incorporada al Archivo de la Casa de la Memoria.
La persecución judicial contra Daniel Candel por su pertenencia a la masonería la tramitó el 30 de abril de 1945 el delegado nacional de los Servicios Documentales de la Presidencia del Gobierno franquista, con sede en Salamanca, José Gómez Hernández, al enviarle al presidente del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo el expediente de este maestro nacional, con un testimonio del teniente secretario del Juzgado Especial de la Alta Comisaría de España en Marruecos, José Flores Patrocinio, fechado el 13 de diciembre de 1942, y un certificado con sus antecedentes masónicos.
El juez de la Alta Comisaría de España en Marruecos, el comandante de Caballería Juan León López, había sido el encargado de instruir el expediente que se le siguió en el norte de África. La información recabada por el instructor indicaba que Daniel Candel había sido miembro de la logia Trafalgar de Algeciras y daba cuenta de correspondencia con la logia Morayta de Tánger y la logia Hijos de Hércules de Ceuta en 1935.
El instructor incluyó en su expediente un informe redactado por el comisario jefe de la Comisaría de Policía del Campo de Gibraltar en Algeciras, Manuel Moraga, fechado el 5 de diciembre de 1942, en el que, con el lenguaje propio de los sublevados, se decía: “De familia de significados masones, pertenece a la secta desde joven, donde era considerado como elemento preponderante por su relativa cultura como maestro nacional”. El informe policial franquista continúa: “Su padre, Daniel Candel Cano, fue sancionado gravemente por su actividad de espionaje a favor de los rojos, y su tío, que ejercía predicamento en toda la familia, llamado Agustín Candel Cano, tuvo alto grado en la masonería y actualmente se encuentra condenado a pena grave en El Puerto de Santa María (Cádiz)”. El escrito del jefe de Policía de Algeciras, Manuel Moraga, añade sobre Daniel Candel López: “Poco después de iniciado el GMN [‘Glorioso Movimiento Nacional’] huyó de ésta y actualmente consta que se halla con su esposa y padre político en Buenos Aires (República Argentina). Allí ejerce la enseñanza en una localidad o región del interior de la citada República. Perteneció siempre a partidos de izquierda y últimamente al de Izquierda Republicana. Su función de maestro la ejercía sobre los niños con tendencias ateas”.
El certificado con los antecedentes masónicos de Candel lo había redactado el jefe de la sección especial de la Delegación Nacional de Servicios Documentales, con sede en Salamanca, José Gómez Hernández, el 30 de abril de 1945. En este documento se decía que se había iniciado en la logia Trafalgar de Algeciras el 10 de septiembre de 1931, que alcanzó el grado 2º el 20 de mayo de 1932 y que fue exaltado al grado 3º el 8 de diciembre del mismo año. En esta logia formó parte de la Comisión de Asuntos Generales en el año 1935.
Los Servicios Documentales franquistas habían averiguado que antes del ingreso del maestro algecireño en la masonería, el Gran Maestre de la Gran Logia Regional del Mediodía, Diego Martínez Barrio, había comunicado a Trafalgar el 23 de noviembre de 1929 que acababa “de hacerse con todo encarecimiento la recomendación que pedía para el profano” y que una vez iniciado, se cruzaron varias cartas entre la logia, Martínez Barrio y Fernando de los Ríos en 1931 y 1932 para que Candel ocupara una de las plazas de maestro en las escuelas del asilo de El Pardo.
Otros datos que este organismo de persecución franquista de los masones aportó al Tribunal eran que el 21 de marzo de 1934 el presidente del Círculo de la Unión Mercantil invitó a los miembros de la logia Trafalgar a una conferencia que iba a impartir al día siguiente Daniel Candel sobre el tema de la eugenesia, y que este masón fue el autor de un trabajo sin fecha titulado “Escuela laica”.
Unos días más tarde de recibir este informe, el 5 de mayo de 1945, el Tribunal, presidido por el general Cánovas y con los vocales González Oliveros, Ulibarri, Pradera y Solans, ordenó que el juez del juzgado número 3 incoase el sumario correspondiente. El día 18 del mismo mes, el juez Marco Garmendia dio cumplimiento a la orden recibida y solicitó al director general de Seguridad que le remitiera los antecedentes masónicos y político-sociales del encartado, así como que le informara de su “posición económica”. El comisario general de la Dirección General de Seguridad, en nombre del director general, le remitió el 1 de junio del mismo año el informe con los antecedentes de Candel, en el que se reproducían los datos ya conocidos sobre su trayectoria masónica y en el que se decía que constaba que el 4 de abril de 1942 se encontraba regentando una escuela en la Patagonia.
Al mes siguiente, el 4 de julio de 1945, el delegado nacional de los Servicios Documentales de la Presidencia del Gobierno, con sede en Salamanca, comunicó al presidente del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, con sede en Madrid, que le devolvía el informe de la Dirección General de Seguridad del 16 de mayo y le recordaba que el expediente sobre Candel se lo había remitido a dicho Tribunal el 30 de abril anterior. Añadía que el Juzgado número 3 continuaba instruyendo el sumario contra el maestro algecireño (n.º 661-45).
En aquella coyuntura, pese a que un informe policial le había informado de que Candel había marchado a Argentina, el instructor del Juzgado número 3 quiso averiguar oficialmente si Candel se encontraba preso en alguna prisión española, por lo que el 11 de septiembre de 1945 solicitó al director general de Prisiones que le remitiera un oficio en el que se aclarara si estaba confinado o no. Paralelamente, solicitó al director general de Seguridad que emprendiera la busca y captura de Candel y expidiese una requistoria contra él, y que se publicase en el Boletín Oficial del Estado. El jefe del Registro de la Dirección General de Prisiones respondió al juez el día 17 del mismo mes que no constaban antecedentes del encartado, mientras que el secretario general de la Jefatura Superior de Policía de la Dirección General de Seguridad le informaba el 5 de octubre de 1945 de que la busca y captura de Candel había resultado infructuosa.
Con estos informes negativos, el 22 de octubre el instructor Marco Garmendia propuso al Tribunal el archivo provisional de la causa. Cuatro días más tarde, la Fiscalía del Tribunal se mostró de acuerdo con solicitar el archivo provisional de las actuaciones. El 30 de octubre el juez elevó el sumario al Tribunal, y el 23 de noviembre el presidente de este Tribunal, el general Cánovas, dictó una providencia por la que se decretaba el archivo provisional de las actuaciones mientras no se presentase el encartado. Por providencia del 23 de noviembre de 1945 se decretó el archivo provisional “por rebeldía”.
Tras la celebración de una vista, la causa fue archivada con Candel considerado “en rebeldía” por el Tribunal en un fallo acordado el 18 de marzo de 1953, mientras él proseguía su vida de docente en Argentina. Más adelante, el 3 de octubre de 1958, el director general de Seguridad pidió al servicio de ejecutorias del Tribunal que le informara de si había variado la situación legal del exiliado y de cuál era su domicilio, a lo que le respondió al día siguiente que no había variación.
Pese a que Daniel Candel falleció en Argentina el 24 de abril de 1963, todavía el 23 de octubre de ese año el servicio de ejecutorias del Tribunal seguía informando a la Dirección General de Seguridad de que la situación no había variado y seguía vigente el archivo provisional de la causa.
Daniel Candel López había mantenido durante su exilio en Argentina la labor docente que había desarrollado en Andalucía en la época de la Segunda República. Así pues, Candel resulta representativo de las personas que llevaron a su exilio argentino las ideas de libertad, democracia y solidaridad que habían cultivado en su tierra andaluza, y es por este motivo por el que constituye un caso representativo de los que son objeto de estudio y merecedores de recuperación en el proyecto “Exilio tansoceánico” que desarrolla la Casa de la Memoria La Sauceda .