Andrés contra Franco. Dibujos del exilio y el regreso (1960-1986). Éste es el título de la exposición que mostramos en este apartado, extraída de la que en 2017 el Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar organizó, junto Andrés Vázquez de Sola y su mujer, Angelika Karmenate, para ofrecerla al público del Campo de Gibraltar como actividad paralela del seminario  de memoria histórica de los cursos de verano de la Universidad de Cádiz en  San Roque 2017.
Andrés Vázquez de Sola nació en San Roque en 1927 y siendo adolescente se mudó con su familia a Granada. Allí empezó a dibujar tiras cómicas en periódicos en los años 50. Fue a buscar trabajo Madrid y a finales de aquella década trabajó en Televisión Española haciendo caricaturas en directo de las personas entrevistadas en el programa de máxima audiencia de los sábados por la noche. Ya por entonces era militante del Partido Comunista de España y, avisado por el padre del dibujante Forges de que la policía andaba tras él, se fue andando a Francia. Allí trabajó de albañil, sufrió un accidente y estando en el hospital un médico vio sus caricaturas y le recomendó que las llevara a Le Canard Enchainé, periódico satírico de máxima difusión en el país vecino. Le Canard vendió un millón de copias de La gran corrida franquista, una viñeta en la que en una plaza de toros Andrés reunió a todos los personajes de la España negra y cañí con Franco en un palco en el que ponía Beba Coca-cola.
Andrés Vázquez de Sola emprendió así una carrera periodística que le llevó a ser una persona muy respetada y admirada en Francia. Infatigable militante antifranquista, tras la muerte del dictador regresó a España, pero su discurso radicalmente libre y desinhibido no cuadró con el discurso políticamente correcto instaurado durante la transición. Los periódicos de gran tirada no soportaban su estilo ácido y combativo y tuvo problemas para llegar al gran público. Desde los años 90 Andrés se ha dedicado a la pintura, haciendo grandes caricaturas en color de los personajes más variados de la historia de España. Actualmente vive en Monachil, muy cerca de Granada. En 2014 recibió la Medalla de Andalucía y en 2015 fue nombrado Hijo Predilecto de San Roque.
Organizar la exposición fue un placer porque pudimos bucear en la obra ingente y siempre sorprendente de un periodista sagaz y divertido, de un intelectual que hace editoriales en forma de dibujo y que ha trabajado mucho y siempre bien. Montarla fue, sin embargo, una pequeña traición. Vázquez de Sola siempre lamenta que su obra se asocie, demasiado a menudo, exclusivamente con la lucha antifranquista de los años sesenta y setenta. Y siempre dice que él ha hecho algunas decenas de dibujos contra Franco, pero miles de otros muchos temas. Su queja es completamente justa y fundamentada en una verdad impepinable. Pero también es cierto que, en la lucha contra el franquismo y sus secuelas, los dibujos de Vázquez de Sola fueron un referente esperado, la sonrisa irónica sobre la realidad del momento, la lección política dibujada que miles de personas en todo el país esperaban encontrar en las revistas, periódicos o libros. En los que llegaban desde Francia clandestinamente o en los quioscos de España cuando Andrés empezó a colaborar en la revista Triunfo y otras publicaciones.
Como el título del seminario es Morir matando. Memorias del tardofranquismo la selección de los dibujos ha primado este aspecto de la producción de Andrés. Pero, para dar satisfacción al autor, incluimos otros tantos sobre asuntos que fueron noticia entre los años sesenta e incluso en los años 90 y la primera década del siglo XXI, tanto en España como allende los Pirineos: la guerra del Vietnam,  De Gaulle,  el imperialismo norteamericano, las dictaduras latinoamericanas, el referéndum español sobre la permanencia en la OTAN, la explotación de los inmigrantes o la corrupción de los partidos políticos.
Andrés Vázquez de Sola se esmera en todo lo que hace y en cada una sus obras  se puede ver humor inteligente y punzante, pero también sabiduría,  perspicacia, reflexión, talento, humanidad, denuncia y siempre un aldabonazo en las conciencias, una llamada a tomar partido. Hay una obra que retrata bien lo que fue el franquismo. Es la cara del dictador tras el amarillo de su bandera con las palmas de sus manos manchadas por el rojo de la sangre derramada que forman las franjas rojas. Hay otro, de una gran fuerza, que en blanco y negro subraya la barbaridad de la dictadura.
Es un dibujo que hizo Andrés en 1974 tras la ejecución del joven anarquista catalán Salvador Puich Antich. En una época en que el Ministerio franquista de Turismo llenaba Europa de carteles con el reclamo de Visita España o España es diferente, Vázquez de Sola pone en el primer plano de lo visitable la realidad más cruda del momento: El grito desesperado de un joven mientras es asesinado a garrote vil, al más puro estilo medieval. Es ésta una viñeta eminentemente periodística, pegada a la actualidad. Pero es mucho más, y contemplarlo hoy estremece y ayuda a saber  y comprender. Más que un dibujo es un grito contra la crueldad de la España negra, esa España que se cree eterna y a la que Andrés siempre ha combatido con las luces de su libertad y sus lápices. Pero si hay un dibujo que le gusta al que esto escribe es uno sobre una noticia no dada,  suceso no producido que explica cómo es posible que bien entrado el siglo XXI en este país haya todavía más de cien mil personas enterradas en cunetas. Se ven dos cochinos colgados en un matadero y debajo de ellos sendos carteles con las fechas de su nacimiento y muerte: Dovia 1883-Giulino 1945; y Braunau 1889-Berlín 1945. Bajo cada cerdo colgado sonríe un escolar con su libro bajo el brazo. El estudiante es en realidad un autorretrato de Vázquez de Sola adolescente que aparece en la tercera parte del dibujo ya de mayor, a principios de los años setenta, bajo un gancho del que no cuelga ningún puerco aunque en el suelo figura la misma inscripción que bajos los otros dos, pero solo con la fecha de nacimiento: El Ferrol 1892. Evidentemente el pueblo no pudo ajusticiar al verdugo de España como sí ocurrió con Mussolini y Hitler. Y de aquellos lodos estos barros.
En fin, esta exposición es toda una invitación a recordar nuestro pasado más reciente con una mirada ácida y crítica. La mayoría de los dibujos expuestos son en blanco y negro, como gris era la época en que fueron realizados. Hay algunas obras en color, sobre todo las dibujadas ya en los años 80. Detrás de todas ellas está una persona cabal, inteligente, siempre libre y lúcida que continúa en activo. A sus noventa años, el periodista sanroqueño sigue pintando todos los días. Andrés tiene aún ganas y mucho que decir. Y eso que ha dicho tanto y tan bien. Por todo lo que ha hecho y hará, quienes lo admiramos no tenemos más que darle las gracias. Y animarlo a que siga.

Texto y vídeo: J. M. León Moriche
(Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar)

Dibujo de Andrés Vázquez de Sola.
Dibujo de Andrés Vázquez de Sola.

 

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